Como bien escribió Jorge G. Castañeda el día de ayer, el presidente López Obrador ha inaugurado una figura en las relaciones internacionales: la pausa. Eso sí, solo con la embajada, porque con el gobierno al que esa embajada representa, pues no tanto. Lo de la pausa fue ratificado y apoyado sin matices, como todo en estos tiempos, por la próxima mandataria, Claudia Sheinbaum.
Pausa, pero no tanto. Con un par de datos basta. El gobierno mexicano reporta el mayor número de migrantes, la mayoría en camino a Estados Unidos, procesados por las autoridades mexicanas y detenidos. El gobierno de EU reporta meses de desplome en los cruces de migrantes hacia aquel país.
Sí, pausemos, pero sigamos haciéndole el trabajo de muro inhumano a los vecinos como lo venimos haciendo desde que Trump nos chantajeó. Lo de la soberanía tiene sus límites, supongo.
Ahora, dado que no hay nueva política de migración del equipo entrante —no una que se conozca—, dado que todo indica que pasará la reforma que pone en la Sedena a la Guardia Nacional y dado que, igual, todo apunta a que la reforma judicial es un hecho, pues el embajador se seguirá quejando y la nueva presidenta lo seguirá poniendo en pausa. ¿O cómo más?
Son tiempos de campañas en Estados Unidos y las cosas no han sido fáciles para México en la retórica de los republicanos y tampoco en la de los demócratas.
Ya en la convención que coronó a Kamala Harris, el discurso de sus correligionarios ha sido calificado como el más duro contra los migrantes en décadas. Es cierto, no son Trump y los suyos, pero cada vez los han movido más hacia un espacio menos transitable para cualquier negociación.
La pausa, la bronca solo hace todo más sencillo para los políticos estadunidenses, legisladores y gobernadores para endurecer medidas contra los paisanos.
La bronca o la pausa, díganle como quieran, hace también la vida más fácil a Trump para insistir en los absurdos que lleva insistiendo hace un rato.
Frente al muy complicado panorama en el futuro cercano —migración, tráfico de estupefacientes, tráfico de armas, revisión del T-MEC, nearshoring e inversión— el Presidente ha decidido una pausa. La próxima mandataria lo apoya y aplaude. Pues suerte. La vamos a necesitar.