“Terminamos mal”, ¿frase del sexenio?

Ciudad de México /

Ayer mi compañero Pedro Domínguez reportó que Vidulfo Rosales, representante de los familiares de las 43 víctimas de la noche trágica de Iguala, le dijo que con este gobierno “terminamos mal”.

Le dijo el abogado a Pedro que al inicio de este gobierno “hubo una voluntad, una voluntad clara, se creó una comisión ex profeso, una fiscalía especial para ello, hubo avances importantes hasta 2021, que es cuando se detuvo a un número importante de personas, se encontraron los restos de dos estudiantes y se detuvieron a los militares, pero de 2022 para acá creo que cayó el caso en un estancamiento y se llegó a este punto cuando la investigación tocó los hilos del Ejército mexicano”.

Ahora terminan mal.

“La posición de los padres es que esta es la última reunión, nosotros no vemos condiciones ya de una próxima, pues nada más son confrontaciones. Creo que los padres fueron muy claros ahí en decir ‘no tiene caso estar viniendo a confrontarnos cuando resultados sustantivos o sustanciales no estamos teniendo’”, dijo, al señalar que el Presidente coincidió en que ya no son necesarias más reuniones si los padres ya no las quieren.

En 2018, en pocos asuntos, el gobierno de López Obrador tenía el camino más sencillo que en el de Ayotzinapa. El desastre en la investigación después de aquella noche lo había hecho, todo, el gobierno anterior. Y así termina. Bronqueado con los padres.

Las razones de este rompimiento están bastante claras y tienen que ver con la Sedena y todo lo que no quiso entregar y todas las resistencias que ha puesto a lo que los familiares quieren.

Ayer que leía la cabeza de la nota de Pedro pensaba si no se puede aplicar al momento en que vivimos. La verdad es que los últimos cinco años tuvieron, como todo sexenio, luces y sombras. Pero, insisto, como todo sexenio.

La elección del 2 de junio, uno creería, debió haber sido recompensa suficiente para un presidente que, dice, dijo hace unos años, sería parte de los libros de historia junto a los héroes que todos conocemos. Por eso el movimiento se autodenominó cuarta transformación.

Pero si uno voltea a ver dónde está la economía, la inversión, la confianza en el futuro, la seguridad, el dólar —que tanto presumió—, en fin. Sí, parece que terminamos mal. Y no, no era necesario.


  • Carlos Puig
  • carlos.puig@milenio.com
  • Periodista. Milenio TV, Milenio Diario y digital, de lunes a viernes. Escucho asicomosuena.mx todo el tiempo.
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