“México define a Texas en una manera que no otro estado lo experimenta con ninguna otra nación. Somos como una pareja viviendo en departamentos contiguos después de un divorcio particularmente amargo. Imaginemos la riqueza y el poder que habría sido de México si Texas hubiera seguido siendo parte de él, un verdadero rival del coloso gringo. Nuestra historia y nuestras poblaciones están entremezcladas y se reflejan complejamente. A ambos lados del río encontrarás ciudades emparejadas como perlas en un hilo. Del Río y Ciudad Acuña; Laredo y Nuevo Laredo; McAllen y Reynosa; Brownsville y Matamoros. El Paso y Juárez son los que están más alineados. La calle El Paso cruza el puente Internacional y se convierte en la avenida Benito Juárez. Físicamente, es una ciudad montada en una división política y cultural que nunca se ha superado”.
Así define el multipremiado escritor, periodista y dramaturgo Lawrence Wright, texano, la relación entre Texas y México.
En estos días esa relación vive uno de sus momentos más críticos de la época moderna. La (extraña) política texana, una con ciudades gobernadas por demócratas y el resto del estado, enorme, el segundo más grande de Estados Unidos, poblado de republicanos, ha hecho que desde hace algunos años la gobierne el Partido Republicano y en estos tiempos un gobernador particularmente antimigración. En el segundo estado con más migrantes y con más mexicano americanos. Uno que, de hecho, solo puede explicar su riqueza, y vaya que la tiene, gracias a esa población.
Ese estado lo gobierna Greg Abbott y lo domina en el congreso local un Partido Republicano muy conservador. Es Abbott quien ha promovido las leyes más severas contra los migrantes —algunas de ellas rechazadas por tribunales federales—, quien ha maquinado iniciativas como la de las boyas en el río, la utilización de la guardia estatal o la ley que pide a hospitales identificación como ciudadanos antes de dar atención a enfermos.
A diferencia de California o Nuevo México, gobernada por demócratas, Texas hoy es el lugar donde la política, la xenofobia, el conservadurismo han convertido a los migrantes en el enemigo.
Es ahí donde sin necesidad de muchos cambios, ni decretos, podría empezar el embate contra los migrantes que Trump ha anunciado.
Cosas de la historia. En ese estado que no puede definirse si no es por México y los mexicanos.
Lawrence Wright. God Save Texas, A journey into the soul of the Lone Star State. Editorial Vintage.