Ayer Claudia Sheinbaum, la próxima presidenta de México, repitió los elogios desmesurados y no exactamente precisos que Andrés Manuel López Obrador ha dedicado estos años a las fuerzas armadas.
Lo hizo además con una puesta escénica impresionante, de esas que a los militares les gustan para demostrar poder, sí, el de los del presídium, pero también el de su institución, aquí estamos. Basta echarle un ojo a las fotos o videos.
Deben estar contentos no solo por las reformas que seguramente pasarán en el Congreso y les darán más poder y más facilidades para hacer de todo, ojo con la modificación al artículo 129 de la Constitución, sino porque la próxima presidenta ya les prometió el cielo y las estrellas.
Salvo un pequeño detalle.
En términos de seguridad, la creación de la militarizada Guardia Nacional —pronto será más y oficial— y la entrega de la estrategia de seguridad a las fuerzas armadas no ha resultado —seré generoso— como se esperaba. O no lo seré, simplemente no ha funcionado.
Conocemos los números de homicidios, los de desaparecidos, las tomas de territorio, la extorsión y cobro de piso descontrolados.
Y luego, pues está Sinaloa. Ahí donde dos capos del crimen terminaron en un avión, involucrando al gobernador, asesinando a un prominente político y de lo que nadie en el gobierno ni en las fuerzas armadas supo o sabe absolutamente nada. Bien ahí, debe pensar Claudia. Qué bien lo hicieron.
Y ahora está Culiacán, sí, el mismo del culiacanazo y aquel éxito —no se rían— del gobierno federal para arrestar a un capo.
Ahora van tres días consecutivos de tiroteos, enfrentamientos y muertos.
Uno entiende que el gobierno de Estados Unidos con sus capacidades lograra llevarse a Guzmán y Zambada sin que se enterara nadie en México. Pero en serio, ¿no imaginaron que habría una respuesta de algún grupo contra otro? Han pasado semanas desde el traslado y todo el mundo, literalmente todo el mundo, esperaba la respuesta de los grupos criminales enfrentados en Sinaloa, en especial en Culiacán. ¿Qué hizo la Guardia Nacional? ¿El Ejército? ¿El CNI? ¿La Secretaría de Seguridad? ¿Alguien por ahí?
Ayer el gobernador del estado dio un mensaje que terminó diciendo: “Cuídense, que los estamos cuidando”. Pues no mucho, ¿no?