EU, por una senda conocida

Jalisco /

Los Estados Unidos están entrando en un ciclo político muy al de México de hace poco más de seis años.

Un presidente saliente moderado, pero menguado de su fuerza y un presidente electo que comenzó a mandar y a incidir en las cosas del gobierno desde la misma noche que ganó la elección.

Con un presidente electo radical y populista que llega cargado de resentimiento, un peligroso resentimiento, que no solo asume el poder para hacer lo que siempre quiso con pocos medios de contención, sino también dispuesto a llevar al patíbulo mediático, administrativo y penal a quien no esté con él.

Un nuevo ejecutivo federal que llega al poder con los suyos, solo y nada más que con los suyos (y varios de ellos rabiosos radicales e incondicionales), y en donde no hay cabida para moderados.

Otra coincidencia es que el mandatario saliente, en distintos momentos de su gestión constitucional  advirtió públicamente del peligro de que asuma el poder un sectario radical y de que se desmorone lo que se había avanzado.

Al despedirse esta semana de su pueblo a través de un mensaje a la nación Joe Biden no se anduvo con rodeos y enfatizó algo que si bien está a la visto de todo mundo, quiso dejarlo bien presente en la memoria colectiva: su nación va encarrilada a conformar una poderosa y muy cerrada oligarquía.

“En el país los ricos están concentrando el poder y el dinero y no podemos permitirlo”, lo dijo el presidente del país más abierto al capitalismo e impulsor del libre mercado en todo el orbe.

Pero Biden también aludió el riesgo que enfrenta la democracia de su país por esa oligarquía, ¿nos suena familiar esta advertencia?

La concentración de poder político y económico en una o en unas cuantas personas nunca ha dejado buenas cuentas para la sociedad.

La democracia y la república en el país más poderoso del mundo está ya a prueba aún antes de que Donald Trump asuma formalmente el lunes la presidencia de la Unión Americana. 

Muchos desearíamos que, a diferencia de México, los otros poderes e instituciones estadounidenses puedan contener arrebatos y despropósitos muy previsibles de sus líderes que acá sí han fructificado. Harto.

  • Celso Mariño
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