El pasado 28 de abril se confirmó como ganador de la elección canadiense al liberal Mark Carney, quien fungía ya como primer ministro tras la dimisión de Trudeau. Hasta hace unas semanas, con Trudeau todavía en funciones, la mayoría de las encuestas daban como ganador al conservador Pierre Poilievre, partidario, en su propio estilo, de muchas de las políticas de Trump, en EU.
De forma irónica, fue precisamente Trump y su animadversión a Trudeau y, en general, al partido liberal canadiense, quien más ayudó a Carney a ganar. Los constantes ataques desde la Casa Blanca a su vecino del norte avivaron un sentimiento antiestadunidense rara vez visto entre los votantes de ese país. La percibida alineación ideológica entre Poilievre y Trump hizo que el público se distanciara del primero y lo sacara, no solo de la contienda, sino incluso de su curul en el Parlamento.
Carney, por su parte, se aseguró de presentar una plataforma abierta y desafiantemente opuesta al trumpismo. En esa visión podrían radicar importantes beneficios no solo para Canadá, sino para México e incluso para el propio Estados Unidos, así sea contra la voluntad de su administración.
En primer lugar, Carney, un sólido economista con el antecedente de haber gobernado los bancos centrales tanto de Canadá como de Inglaterra, es un convencido del libre comercio y la integración regional como mecanismos eficientes para impulsar el crecimiento y desarrollo.
En segundo lugar, el nuevo primer ministro ha dejado claro que considera a México un aliado estratégico y esto es algo que no solo ha declarado sino que ha ejecutado. Como ejemplo, dentro de las medidas retaliatorias que Canadá impuso a Estados Unidos en respuesta a su política arancelaria para la industria automotriz, Carney se aseguró de excluir a los vehículos producidos en aquel país que tengan contenido mexicano.
Finalmente, de cara a la revisión o renegociación del T-MEC, una delegación canadiense con visión de integración y cooperación para el desarrollo, misma que comparte México, puede refrescar el diálogo y contribuir a confeccionar un instrumento más eficiente para todos los socios.
Es poco aún lo que conocemos de Carney como primer ministro, al final lleva tan solo unas semanas en el cargo en que recientemente lo confirmó su electorado. Las señales que hasta ahora ha dado, sin embargo, pueden ser vistas como promisorias no solo para su país, sino para toda la región.
Alfa positivo. El Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), que permite conocer y dar seguimiento a la evolución del sector real de la economía en el corto plazo, se incrementó 1 por ciento en febrero de este año respecto a enero. Por componentes, las actividades secundarias (industrias) aumentaron 2.5 por ciento; las primarias (agropecuarias), 1 por ciento, y las terciarias (comercio y servicios), 0.6 por ciento, a tasa mensual.