La respuesta de la Presidenta y la Trumpflación

Ciudad de México /

Fiel a su costumbre, el pasado lunes el presidente electo Donald Trump hizo arder las redes con un mensaje lanzado desde su propia red, Truth. Sin mediar mayor diálogo, anunció que una de las primeras medidas que tomaría al comenzar su administración, sería la imposición de aranceles de 25 por ciento a las importaciones de sus dos principales socios comerciales, México y Canadá, y de un 10 por ciento adicional a su adversario (y al mismo tiempo tercer socio comercial), China.

La reacción de los mercados no se hizo esperar, en particular en el de divisas, en donde minutos después, tanto el peso mexicano como el dólar canadiense se depreciaron en 1.7 y 1.4 por ciento, respectivamente, para revaluarse en el transcurso del día de ayer sin que al cierre de estas líneas hubieran aún alcanzado el nivel previo al anuncio. Al mismo tiempo, los precios de las acciones de las tres principales automotrices que se benefician del comercio entre México y Estados Unidos, GM, Stellantis y Ford, observaron caídas de 9.0, 5.7 y 2.6 por ciento, respectivamente.

De manera inmediata, la Presidenta Claudia Sheinbaum respondió en su mañanera del martes algo que debería ser obvio en cualquier relación bilateral: a la imposición de un arancel corresponderá como respuesta la imposición de otro por parte del país inicialmente afectado. De continuar por esa senda se configuraría aquella célebre frase atribuida a Gandhi: el ojo por ojo dejará a todo el mundo ciego.

La realidad que la Presidenta tiene muy presente al dar esta respuesta es que, más allá de posturas populares, está claro que una guerra de aranceles entre socios comerciales no conviene a ninguno de ellos, y esto incluye al promotor, en este caso Estados Unidos. Es verdad que tanto Canadá como México tienen una mayor dependencia del comercio internacional que Estados Unidos, pero este último necesita de importaciones baratas para sostener sus niveles de consumo. La política arancelaria que Trump propone atenta directamente contra este principio.

De acuerdo con el Peterson Institute for International Economics (PIIE), por ejemplo, un arancel generalizado de 20 por ciento, junto con uno de 60 por ciento a los productos chinos, representaría una pérdida de capacidad de consumo de hasta 6.3 por ciento para los norteamericanos en la parte más baja de la distribución del ingreso. Esto obedece a que el impacto directo sería el incremento de precios de todos los productos importados, que son muchos. En 2016, tras la primera elección de Trump, se acuñó por parte de comentaristas el término trumpflación, precisamente para hacer referencia al incremento de precios que algunas políticas del presidente electo podrían generar.

En pleno 2024, tras el anuncio de aranceles, la trumpflación vuelve a ponerse en boga en redes, pues no son pocos quienes se dan cuenta de que la propuesta generaría un daño autoinfligido para Estados Unidos y, en esa medida, sin dejar de observar la amenaza que el planteamiento representa para una integración norteamericana próspera, habrá que tomarla con tres granos de sal y responder como lo hizo la Presidenta, diplomáticamente, pero con firmeza.

Alfa positivo. El PIB de México creció 1.3 por ciento en el tercer trimestre de 2024, situándose entre los primeros lugares de desempeño en la OCDE, superando a países como EUA (0.7) y Japón (0.1). A tasa anual y con series desestacionalizadas, el PIB incrementó 1.6 por ciento en términos reales, por encima de la estimación oportuna de 1.5 por ciento que se tenía previamente.


  • David Razú
  • Economista dedicado a temas de finanzas, inversiones y previsión social. Director General de Afore XXI Banorte.
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