Los bonos del Tesoro de Estados Unidos —conocidos como treasuries— han sido durante décadas el refugio por excelencia de los inversionistas. Su lógica es simple: quien los compra está prestando dinero al gobierno estadunidense a cambio de un interés periódico, el famoso “cupón”. Además de estos intereses, el inversionista que mantiene el treasury hasta su vencimiento puede ganar también si lo adquirió a un precio inferior al valor en que pueda venderlo en ese momento.
No hay mucho misterio ahí, y precisamente por eso —por su aparente inmunidad al riesgo— es que este tipo de activos son la herramienta predilecta de los inversionistas cuando los mercados de acciones disminuyen. En otras palabras, cuando las bolsas caen, el dinero se mueve a los treasuries, haciendo que su precio aumente.
Pero algo ha cambiado. Desde el anuncio arancelario de Trump y hasta este martes, 15 de abril, los índices bursátiles globales han caído como fichas de dominó: el S&P 500 y el Nasdaq retrocedieron 4.84 y 4.42 por ciento, respectivamente; en Europa y Japón, el Eurostoxx y el Nikkei se hundieron 6.29 y 4.08 por ciento.
En cualquier otro momento, este escenario habría fortalecido al treasury. Pero esta vez fue distinto: el valor del bono a 10 años cayó de 103.31 dólares a 102.14 y, de hecho, hasta antes del anuncio de la pausa de 90 días a los aranceles más elevados, había alcanzado 100.16 dólares. Eso implica que el Tesoro se ve obligado a ofrecer una tasa de interés más alta para atraer compradores.
¿Qué están diciendo los mercados con esta anomalía? Que están empezando a dudar —no de la capacidad inmediata de pago del gobierno estadunidense—, pero sí de su solidez a mediano plazo. No es poca cosa.
En resumen, las consecuencias de la guerra arancelaria, a pesar de sus pausas, siguen dejándose sentir y afectando ni más ni menos que a su promotor: Estados Unidos. Habrá que ver qué rumbo toman las cosas en los próximos 90 días, plazo que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, dio para estabilizar la política tarifaria y, en el camino, poner atención a riesgos y oportunidades que la actual volatilidad pueda presentar.
Alfa positivo. Nafin y Bancomext anunciaron que preparan nuevos programas de apoyo dirigidos a pequeñas y medianas empresas (pymes), por 11 mil 500 millones de pesos, en línea con las estrategias del Plan México y el programa Avanzamos por México, enfocado en fortalecer sectores clave como el turismo y las cadenas de suministro.