El quiebre entre el presidente Donald Trump y Elon Musk dejó de ser un rumor y se convirtió en un enfrentamiento público. Trump lo llamó “loco”; Musk respondió llamándolo “ingrato”. Hay quien piensa que esto es una pugna entre poder político y capital privado, pero en realidad son dos caras de una sola moneda: intereses personales por encima de los públicos.
La discordia se encendió cuando Musk criticó el nuevo paquete fiscal republicano (el BBB), una propuesta que reduce impuestos a costa de llevar la deuda de Estados Unidos a 40 billones de dólares. Como ex jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental, creado por el propio Trump, Musk calificó públicamente la iniciativa como una “abominación repulsiva”. En respuesta, Trump lo acusó de estar molesto por la eliminación de los subsidios gubernamentales de los que vive Tesla.
Los insultos escalaron y Musk acusó a Trump de mantener en resguardo el ominoso expediente Epstein para que no se conociera de su relación con él. Trump amenazó en redes con cancelar los billonarios contratos gubernamentales de SpaceX, la empresa aeroespacial de Musk. Todo ello en redes sociales y en tiempo real, para beneplácito del morbo social y preocupación de los mercados.
Musk hizo una gran inversión en la campaña de Trump, como él mismo reveló. Alrededor de 300 millones de dólares que estaban rindiendo frutos gracias a la cercanía que ello le brindó con el hombre más poderoso del mundo. Ahora, con el conflicto, todo puede esfumarse. No es solo la pérdida de los subsidios a autos eléctricos o la cancelación de contratos: en el mercado, Tesla se desplomó hasta 33 por ciento acumulado en lo que va del año y, solo el 5 de junio perdió 150 mil millones de dólares. Solo Musk sabrá el neto real de su transacción y aventura política, pero a la distancia pareciera que no fue buen negocio.
Mientras todo esto pasa, los mercados observan nerviosos. El problema de fondo es que en un país en donde más de 60 por ciento de la población mantiene inversiones en la bolsa, la escaramuza puede resultar muy costosa al público en general.
A escala global, por su parte, si el BBB prospera en sus términos, la presión sobre los bonos del Tesoro estadunidense puede disparar las tasas de interés en todo el mundo, encareciendo el financiamiento en países profundamente integrados con EU, como México, tal y como lo comentamos aquí la semana pasada.
Alfa positivo. La desarrolladora inmobiliaria Finsa anunció una inversión de 500 millones de dólares para adquirir hasta 70 naves industriales en México, enfocándose en los corredores de Monterrey-Saltillo, Tijuana, el bajío y el centro del país. La compañía no descarta elevar el monto hasta mil millones de dólares.