No hace falta esperar mucho para ver qué significa para nosotros un Trump contrariado por sus reveses internos y a nivel mundial.
Muchos festejan, y no sin razón, que después de 100 días de un gobierno que cual tornado puso de cabeza lo que no destruyó, empiece a dar signos de debilidad. Es un hecho, visible para todos, que: una poderosa e imperturbable China ya tiene temblando y mintiendo al gobierno de Estados Unidos; que el colmillo de Putin se ha impuesto sobre los negociadores de Trump en las negociaciones de paz sobre Ucrania; que Japón le dio un estate quieto a Trump cuando empezó a vender los bonos del Tesoro de Estados Unidos, y que Canadá eligió a un liberal después de un respingo de su nacionalismo ante los injustos señalamientos en su contra. Y, lo peor para Trump, en el plano interno: la resistencia de las universidades, la exigencia fallida de la renuncia del titular de la Reserva Federal y el mensaje de las encuestas en las que una caída de 12 puntos en 100 días le anuncian lo que sigue si no corrige el rumbo. Bien por ellos. Pero lo que es una buena noticia en general no necesariamente lo es para nosotros. Resulta que el único tema en el que todos reconocen que Trump ha cumplido con creces sus promesas de campaña es en haber logrado detener el flujo diario de miles de migrantes indocumentados por su frontera sur. Un tema en el que, por cierto, desde la campaña contaba con la aprobación de una amplísima mayoría de estadunidenses.
Así que ahora que ya caló lo que significa meterse con China, Rusia, Japón et al, el riesgo de que nos voltee a ver para quitarse el velo de derrota que ya empieza a cubrirle la cara, no es menor. Por lo pronto ha dejado sueltos a todos los sectores del gobierno que seguramente desde hace tiempo nos traían ganas. Lo primero fue el agua. La semana pasada en su red social Trump acusó a México de robarse el agua de los agricultores texanos. Efectivamente, de acuerdo con el Tratado de Aguas firmado entre los dos países en 1944, México tiene un considerable déficit en la entrega de agua del río Bravo. Luego, la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, advirtió a México de forma oficial que restringirían la importación de ganado de nuestro país si no se intensificaban los esfuerzos para combatir la plaga del gusano barrenador (una plaga provocada por una mosca que requiere colaboración binacional para controlarse). Luego llegó el reclamo por las medicinas de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos que incluyó a México en su “Lista de vigilancia prioritaria”. Nos acusan básicamente de no castigar ni investigar la falsificación y la piratería de medicamentos con patente.
En los primeros dos temas, agua y gusano barrenador, ya se llegó a un acuerdo. Pero por temas podríamos no parar y lo mejor es no dar ejemplos para no dar ideas. El descuido, la falta de capacidad de regulación y de implementación de la ley de nuestro lado es de tal magnitud que las posibilidades de quejas justificadas son amplísimas.
No es nada más que nos estén pegando porque nos usan como piñata cuando tienen procesos electorales, es que ya no tenemos cobertura, no están dispuestos a ver a otra parte sobre ningún tema, todo lo contrario. ¿Alguien imagina a Trump invocando el interés diplomático de Estados Unidos para liberar al general Salvador Cienfuegos si la detención hubiera ocurrido en estos momentos? Yo tampoco.