Los hechos demuestran que la simulación y el atropello son unas de las herramientas preferidas del gobierno actual, y todo apunta a que se mantendrán en el próximo.
Recordemos que Tartufo, antes de protestar como presidente, simuló una consulta pública para tratar de justificar la cancelación del aeropuerto de Texcoco; hizo lo mismo para el tren Maya; también para que “el pueblo dijera” si se juzgaba o no a los expresidentes. En esos y en los demás casos fue ridículo el número de ciudadanos que participaron en tales patrañas. Siempre han sido decisiones previamente tomadas por el mesías; y dice con cinismo inaudito que él sólo acata el mandato popular.
Pues ahora, después de consumar la reciente elección de Estado, aprovecha el tiempo que le queda, haciendo otra fechoría, y usa el mismo método que tan buenos resultados le ha dado: me refiero a los Diálogos para la reforma del Poder Judicial.
Este nuevo embuste tiene 2 propósitos: uno, desviar la atención pública de la sobrerrepresentación inconstitucional en la Cámara de Diputados, que pretenden Morena y aliados, para legislar como les instruya el Poder Ejecutivo; el segundo, es la cooptación total de los poderes judiciales (federal y estatales) para dejarlos sometidos al gobernante en turno.
Con la referida mascarada de diálogos, el oficialismo dirá que la reforma al Poder Judicial fue producto de un diálogo abierto y democrático, en el que se escucharon todas las voces. Sin embargo, el propio gobierno vocifera que la reforma va porque va, y como va; que los juzgadores surgirán del voto popular, sin reparar en las razones que demuestran lo nefasto que resultará ese procedimiento.
Si lo principal a discutir es si conviene o no a la impartición de justicia que los juzgadores sean electos por voto popular, y eso no está a discusión, presenciamos una pantomima para dar visos democráticos a la venganza de Tartufo contra la Suprema Corte, y para saciar sus delirantes ansias de poder.
Si Tartufo afirma que con juzgadores surgidos del voto popular se combatirá eficazmente la corrupción, entonces por qué tenemos a miles de funcionarios electos así y corruptos; empezando por él, que ha pisoteado durante 6 años la Constitución, que no rinde cuentas de sus despilfarros, y que protege a los corruptos de su pandilla.
Además, es falso que el pueblo pidiera esa reforma. En primer lugar, de 98 millones de mexicanos empadronados, solo 36 votaron por el oficialismo; en segundo lugar, la inmensa mayoría de esa minoría desconoce el contenido y alcance de tal reforma; y, finalmente, los ciudadanos solamente podremos elegir juzgadores de la lista que quiera el gobierno.
Los gobernados no recibiremos justicia con jueces gobiernistas, pero debemos luchar contra esa infamia, porque nadie nace para ser bruto, pobre y esclavo.