Sin rodeos

Ciudad de México /

Se le ve eufórico, ufano, jubiloso, gozoso, festivo, exultante, como usted quiera calificarlo. Lo merece. Durante los últimos 6 años trabajó afanosamente a ras del suelo y en las cañerías del drenaje para debilitar y destruir instituciones y para hacer ganar a su sucesora el pasado 2 de junio. Desafió a la Constitución y demás leyes, y se mofó de las autoridades electorales. Se pasó por la entrepierna los exhortos y resoluciones del INE y el TEPJF, y arrasó en los pasados comicios. El que ahora el Tribunal Electoral emita sentencias declarando que el Presidente violó la Constitución durante la campaña, que dispuso ilegalmente de recursos públicos en favor de su candidata y que coaccionó el voto, no tendrá consecuencias jurídicas, y cínicamente les responde que “son mentirosos y corruptos, porque no hay pruebas”. Está visto que todo se lo sacude como perro mojado.

Morena es una fosa séptica de donde sólo se escucha: “¡Ave Cesar! te aclamamos los que venimos a destruir y medrar”. Los partidos opositores están macilentos y descabezados, y sus dirigentes (sin abrir espacios a la sociedad) dieron espectáculos bochornosos (como repartirse puestos y notarías) y aseguraron sus lugares personales en el nuevo Congreso. México no tiene hoy en los partidos políticos escuelas de cultura cívica y lucha democrática sino agencias de colocaciones, y más parecen centros de prostitución política. Sin los miles de millones de pesos recibidos y demás prebendas por alcanzar, muchos de sus dirigentes no tendrían tanto amor a México.

Las multitudes que salieron a las calles para defender valientemente al Poder Judicial y a otras instituciones de la República, saturaron calles y plazas, pero aproximadamente 40 millones de ciudadanos no se tomaron siquiera la molestia de ir a votar, y a la candidata oficial le bastaron 36 millones de votos para ganar.

Pronto concluirá el proceso electoral, y sería tiempo de unidad entre los mexicanos, pero está en marcha la destrucción nacional: México no tendrá un Poder Judicial independiente, ni tampoco la mayoría de los Órganos Constitucionales Autónomos que hoy sirven a la población; y la sobrerrepresentación cuatrotera en el Congreso hará lo que quiera con la Constitución, las demás leyes y la vida nacional. Así de trágico. Además, Tartufo sigue insaciable de poder y saturado de odio y rijosidad. En Zacatecas nuevamente acaba de agredir a sus opositores, diciendo: “…vamos hacia delante… los conservadores reaccionarios no respetan al pueblo… no quieren al pueblo… estaban pensando que el pueblo iba a apoyar más pobreza, más humillación y más clasismo y más racismo, ¡al carajo con todo eso”. Por poco y termina vomitando: “¡Fuchi caca!”.

En tal escenario, será imposible la conciliación entre mexicanos, porque ¡Tartufo vive y su encono sigue!

  • Diego Fernández de Cevallos
  • Abogado y político mexicano, miembro del Partido Acción Nacional, se ha desempeñado como diputado federal, senador de la República y candidato a la Presidencia de México en 1994. / Escribe todos los lunes su columna Sin rodeos
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