Que conforme transcurre el tiempo y se avizoran los ciclos políticos, comienzan a gestarse cambios de piel entre quienes se dedican a esto de colocarse en cargos públicos, administrativos o de elección. Crece el nerviosismo en los partidos por posibles grandes deserciones, apuestas fallidas por un nuevo equipo, o algún otro factor desequilibrante. Nunca es demasiado temprano para la prevención, y los viejos lobos de mar lo saben. Sobre todo en el Estado de México.
Que es necesario considerar que hoy por hoy el escenario no es necesariamente el típico: un partido hegemónico que, a pesar de abundancia en espacios, por temas de grupos no ha logrado abrir los suficientes para dejar satisfecha a su militancia y no han podido meter en control a todos con promesas a futuro. Los satélites de este partido, por su parte, ya comienzan a dividirse y cuestionarse la lealtad, pues estuvieron recibiendo provisionalmente a jugadores quemados cual equipo de segunda división que cacha lo que no quiso el de primera, y no se sienten retribuidos por esa tarea. Veracruz es un ejemplo claro.
Que en lo que hace a otros partidos, están apabullados desde hace más de siete años y es hora que no encuentran el modo de responder. Aunque para algunos pareciera lejano, se viene el 2027 y aún no definen estrategias, perfiles ni argumentos mas allá de la crítica sistemática sin propuestas. Otros más, apagados a nivel nacional, enfocan sus esfuerzos en la sobrevivencia más que en la confrontación, pero en esas aguas pueden diluirse ante una opinión pública hastiada de ver a todas las opciones ir y venir en cada periodo electoral.
Que por último, como tiburones al acecho de los naufragios, varias agrupaciones perciben las aguas revueltas y ya están en el camino de convertirse en partidos, entre los notables está ese ente llamado México Republicano, que puede atraer a quienes se identifican con la derecha dura y también a los que sin tener ese perfil decidan ponerse el disfraz con tal de salir de la banca e insertarse en la competencia, bajo la lógica de que no hay peor lucha que la que no se hace. A ver qué depara el futuro en la entidad mexiquense, pues se pone cada vez más interesante aquello de las quinielas.