¿Adiós a AMLO?

Hidalgo /

La politización del pueblo mexicano no dejará pasar esta última y gran oportunidad de poder hablar, comentar, analizar, desmenuzar, esgrimir, criticar, odiar, alabar, restregar y todo lo que quiera agregar, al final del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sin duda alguna, estamos hablando del personaje político más influyente del nuevo siglo, quién más allá de fobias y pasiones, representa la era moderna y actual de nuestra política, de nuestro entorno y es querámoslo o no, parte de nuestra historia y así quedará para la para la posteridad.

Hablar de Andrés Manuel López Obrador resulta más fácil para quien no derramó o destiló todo el odio y mal humor social durante seis años, o también lo es para quienes ni a favor ni en contra, solamente permanecieron como la gran parte de los mexicanos, en un estado de zombificación y aletargamiento, una característica que nos define también como personajes de este nuevo siglo.

El caso es que concluye una de las etapas más trascendentales de la historia de México, si bien no como unos quisieran, sí como nos corresponde.

La historia nos coloca a cada quien en su lugar y eso es lo que parece estar haciendo con AMLO, quién a pocos días de dejar la presidencia de la República, permanece como puntero en las preferencias de popularidad social, sigue marcando la agenda de temas, es el personaje más visto en redes sociales y comentado, y todo indica que efectivamente, terminó por hacer lo que quiso, cuando quiso, y como quiso.

Y no es que haya sido un sexenio decadente ni mucho menos, al menos para quien escribe esta columna representa en sus cuatro décadas de vida la primera etapa en la que me toca constatar realmente que la política o parte de la política, o un pequeño porcentaje de ella, estuvo al servicio de la gente, por mínimo que haya sido, lo estuvo.

Quien opine lo contrario lo hace desde una trinchera en donde el clasismo, el racismo y la falta de claridad en el pensamiento social, lo hacen ser ese mexicano de hace 50 años o más, ese o esa mexicana que creció y se formó en una sociedad conservadora al extremo, donde el rico importa más que el pobre, donde incluso es venerado el que tiene más, donde su opinión importa más mientras tenga más recursos económicos, donde el dinero reina por sobre todas las cosas, y lo demás simplemente no importa.

AMLO será recordado como el presidente no de la gran transformación como se prometió en 2018, para mí su gran legado está en la ideología obradorista, en la filosofía y el pensamiento, en la semilla implantada para poder crear conciencia de masas, y finalmente ser más seres humanos y menos materialistas.

Es difícil llegar a estas conclusiones en un país con tantas diferencias entre unos y otros, en un sitio en donde hombre devora hombre, mujer a mujer, adultos a niños, y pareciera que la barbarie no termina.

Pero al paso de estos 6 años me he percatado que existe la buena voluntad de quienes toman la decisión en la administración pública de los recursos, en el otorgamiento de los programas sociales, sí, en esos que tanto han señalado todo este tiempo pero que mantienen a la gente esperanzada, con ganas de salir y trabajar y generar más producción de recursos, y sobre todo que ha abierto la puerta a esta nueva generación, en donde no sólo recibir sino buscar el emprendimiento, la empresa personal, el trabajo propio, con el cual deja uno o dejarán nuestros hijos y los hijos de sus hijos, de depender de un patrón, un gobierno, un capataz…

A partir del 1 de octubre de 2024, comienza una nueva etapa con la presidencia de Claudia Sheinbaum, es cierto, se trata de una presunta o supuesta continuidad de lo que inició AMLO, con el gran detalle de que no estará presente de forma física, pero sí lo hará mediante todas las acciones que dejó encaminadas, y sobre todo con la brújula moral puesta en lo más alto.

Si quieren rendirle homenaje funcionarios públicos, servidores locales de todos los niveles, todos los que llegan después de haber sido electos gracias a la imagen de AMLO, lo mínimo que pueden hacer, por respeto también al pueblo de México, es no mentir, no robar y no traicionar.


  • Eduardo González
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