La realidad como delirio

Ciudad de México /

Leo la noticia de que la congresista estadunidense Marjorie Taylor Green se pelea en redes sociales con la inteligencia artificial Grok, debido a que ésta cuestionó públicamente la congruencia entre sus creencias cristianas y su apoyo a teorías de la conspiración como QAnon, misma que considera que hay una conspiración de Hollywood y el Partido Demócrata para encubrir una red de pedofilia que busca hacerse con el poder, a la que la llegada al poder de Trump habría puesto freno. Creencias que Grok consideró en un post contrarias a los valores cristianos de amor y unidad. A lo que Taylor Green, de nuevo, representante en el poder legislativo del pueblo estadunidense, le respondió que le corresponde a Dios juzgarla y no a “una plataforma de IA no humana”, para después acusarla de “tendencias izquierdosas” y de difundir “fake news y propaganda”. No se sabe si por motivos de prudencia política o para no causar inestabilidad, o porque fueron tan contundentes o hirientes los comentarios de su contrincante, pero el caso es que Grok encajó el argumento y no respondió más a la polémica. 

Cada vez que leo este tipo de cosas (que parecería ser ya prácticamente todos los días) pienso en la frase tan socorrida de que la realidad supera a la ficción. Lo cual lleva a su vez a preguntarse: ¿a qué nos referimos con ello, a la luz de lo que parecería ser la proliferación irrestricta de lo descabellado o delirante? Quizá la referencia sea a una cierta idea de realidad, o más bien de normalidad, que es la que estamos acostumbrados a esperar, y cuando no se ajusta a esa esperada normalidad, es que parece más descabellada que lo que normalmente consideramos un producto de la imaginación, la ficción. Y lo curioso es que si consideramos la fuerte tendencia hacia el realismo y lo autobiográfico que una buena rama de la ficción ha observado durante los últimos años, parecería que realidad y ficción se mueven en direcciones opuestas, la primera tendiendo a rebasar aquello que entendemos como ficticio, y lo ficticio desplazándose hacia lo que consideramos como real. 

Y a lo anterior habría que añadir que en terrenos habitualmente considerados como reservados para abocarse a la realidad, por ejemplo el noticioso o informativo, tienen también cada vez mayor peso lo que parecen ser narrativas (algunas bastante ficticias) en competencia, encapsuladas en los famosos “hechos alternativos” que popularizaran también los líderes estadunidenses (no cabe duda de que en delirio e irrealidad de lo que se considera como realidad Estados Unidos está siempre a la vanguardia, como manda el canon televisivo/hollywoodense y su propensión a considerar la vida como una fantasía donde no necesariamente se distinga justo entre fantasía y realidad, como retrató genialmente David Lynch en esa obra maestra que es Mulholland Drive).

Así que más que la realidad supere a la ficción parece haber un reacomodo de coordenadas de lo que habitualmente se ha entendido como realidad y como ficción, y quizá a estas alturas la frase más bien suponga una negación de la realidad, como si se quisiera aún encasillarla en algo que ha dejado de ser, pero que nos cuesta trabajo aceptarlo. Pues si evidentemente tanto la realidad como la ficción han ido cambiando con el paso del tiempo, quizá lo que en realidad se dice con que la realidad supera a la ficción es que la realidad tal y como la conocíamos (o creíamos conocerla) ha cambiado de manera fundamental, y que lo nuevo normal sea lo anteriormente descabellado. 

Aunque para salir de dudas de una vez por todas, quizá lo más fácil sea simplemente preguntarle a Grok. 


  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
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