Ten cuidado con lo que deseas

Ciudad de México /

Existe una cierta moda intelectual desde hace un tiempo, que podría ser enmarcada dentro de lo que Morris Berman ha denominado “radicalismo chic”, de pronunciarse en redes sociales como alguien anti-Estado y propugnar vagamente por una especie de vuelta a la organización comunitaria ancestral. Sin embargo, más allá de la búsqueda de likes y de posicionarse como alguien antisistema que descree de toda alternativa política, como bien saben los anarquistas de larga trayectoria, la idea de la sociedad sin Estado plantea problemas sumamente complejos, quizá algunos irresolubles, y más en el caso de sociedades conformadas por cientos de millones de personas. De entrada, podemos pensar que es probable que quienes se posicionan de esta forma en redes no necesiten en su mayoría ni de la sanidad, educación o vivienda públicas, pues probablemente cubran todas esas necesidades mediante servicios o seguros privados. Aunque quizá los pronunciamientos anarquistas en redes sean más un fin en sí mismo, como parte de la construcción de una identidad virtual, que una propuesta seriamente pensada con toda la complejidad y consecuencias reales que dicha postura implicaría.

Sin embargo, el tema en la actualidad ha cobrado mucha mayor relevancia política real, pues han llegado al poder por la vía de las urnas opciones políticas inscritas en lo que se conoce como anarcocapitalismo, principalmente Javier Milei y Donald Trump, que sí cuentan tanto con un programa claro de desmantelamiento del Estado y sus programas sociales, como la capacidad política real para llevarlo a cabo. Que en algún sentido es la culminación lógica del discurso que considera el gasto público como desperdicio, los programas sociales como asistencialismo para gente perezosa, y todo el dogma neoliberal surgido con Hayek, Friedman y demás, ahora vuelto discurso mainstream, con teatralidad política y motosierras incluidas.

Y en el caso de Trump parecería cómico, si no fuera trágico, que haya puesto al hombre más rico del mundo, Elon Musk, precisamente a cargo de desmantelar al aparato público de Estados Unidos, incluidos los programas de ayudas internacionales, medicamentos y demás. Así que mientras las empresas de Musk reciben gigantescos subsidios gubernamentales (ese gasto público sí que es necesario y justificado), continúa la campaña de despidos masivos y recortes al gasto, así como la ofensiva mediática para machacar hasta donde sea posible la visión parasitaria de lo público, aunque, eso sí, siempre en nombre de la libertad, como queda de manifiesto en muy recientes tuits: “Necesitamos sacar al gobierno de la vida de las personas”, “El gobierno pequeño es la única forma de restaurar la libertad”, etcétera, etcétera.

Y no es tampoco ninguna casualidad que recientemente Trump alabara públicamente a Santiago Abascal y a Vox, o Musk el avance de la ultraderecha alemana, la sintonía con Milei, Orban y Meloni, pues son proyectos sumamente afines, inspirados en las ideas libertarias de la sociedad de Mont Pelerin, la escuela de Chicago y organismos afines, que por fin ven realizado su sueño de poder ser puestas en práctica a gran escala.

Así que, por vías insospechadas, la postura hip de proclamarse anti-Estado termina desembocando con unos compañeros ideológicos bastante cuestionables. Quienes ahora desde sitios prominentes de poder cuentan con la capacidad para llevarlas a la práctica, sintiéndose igualmente revolucionarios del libre mercado, con todo y su propio discurso antiestablishment, casta política y demás, incluido. 


  • Eduardo Rabasa
  • osmodiarlampio@gmail.com
  • Escritor, traductor y editor, es el director fundador de la editorial Sexto Piso, autor de la novela La suma de los ceros. Publica todos los martes su columna Intersticios.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.