El último deseo de López Obrador está por concederse (bueno, si es que es el último). “Haiga sido como haiga sido” y con Yunes incluido, se hizo de la mayoría calificada en el Congreso para, antes de irse y ya sin Zaldívar en la presidencia de la Corte, destruir al Poder Judicial federal actual. El fin de semana será la elección.
Podríamos hablar de lo poco que realmente le importó el sistema de justicia al solo señalar al PJF y no tocar lo más importante: las fiscalías.
Podríamos lamentar la pérdida de empleos de jueces y juezas que sí hicieron bien su trabajo, estudiaron, fueron ascendiendo por méritos y, sin deberla ni temerla, los echarán.
Podríamos mencionar la dificultad de conocer a fondo los perfiles de quienes compiten o el diseño de las boletas.
Podríamos cuestionar cómo se repartieron los nombres. Porque no votaremos por las mismas personas en un distrito u otro.
Podríamos apuntar las trampas a la vista de “acordeones del bienestar” e “impulsos cuatroté”.
Podríamos argumentar que la popularidad (así bailen en TikTok o sean financiados por quién sabe quiénes) no es sinónimo de buen desempeño.
Podríamos criticar la retórica difamadora o doble moral que se lanza contra unos, mientras avala a impresentables.
Podríamos preocuparnos porque no habrá conteos ciudadanos ni mantas con los resultados afuera de las casillas.
Podríamos repudiar el despilfarro.
Sin embargo, hay dos grandes temores que engloban lo anterior y tienen que ver con las consecuencias de la próxima jornada electoral. Lo han externado incluso simpatizantes de Morena (sobre todo del grupo “segundo piso”):
1. La pérdida de división de poderes. Los equilibrios rotos. La concentración. “Dame, dame, dame todo el power…”.
2. La intervención del crimen organizado. La cooptación a mayor escala por parte de cárteles y mafias. La toma de juzgadores, como avanzaron con gobernantes.
El problema es estructural. Pero ojalá “se cuelen”, lleguen, ganen aspirantes capaces y honestos, que los hay.
Habrá río revuelto en aguas donde facciones de la 4T se disputan el poder. Y donde las facciones del narco también.
Aquí entre nos
El nuevo régimen —de un solo color Ejecutivo, Legislativo y Judicial— repetirá: “democracia, democracia”. Y en caso de reclamos, podrá culpar a la derecha, los conservadores, la oposición y, ahora también, al INE.