“Papa Pancho”

  • Razones y pasiones
  • Elisa Alanís

Ciudad de México /

El papa Francisco murió a las 7:35 de la mañana, hora de Roma, del lunes 21, cuando en Ciudad de México aún corría la última media hora del 20 de abril, Domingo de Resurrección.

En esta importante fecha para millones de personas, el pontífice salió al balcón ante los aplausos de la gente congregada afuera de la Basílica de San Pedro. “Buena Pascua” se le escuchó decir durante la bendición “Urbi et Orbi”. Recorrió la plaza en el tradicional “papamóvil”. A las 11:30 sostuvo un encuentro con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance. El último.

Horas después, el lunes, a las 9:45 a.m. en Italia, el cardenal Kevin Joseph Farrel, Camarlengo de la Cámara Apostólica, anunció su muerte.

Se fue el “papa Pancho”, como le llamaban muchos en su natal Argentina. El país que lo vio nacer y crecer, pero al cual no regresó como máximo representante de la iglesia católica. No quería que lo encasillaran en alguno de los espectros políticos en pugna. “Estamos muy divididos”, nos comentó la periodista Virginia Rocchetti. “Creo que nunca vino por esta cuestión ideológica. No quiso quedar de un lado u otro de la grieta”, reflexionó.

Ah, esa bella nación de tangos, mate, futbol, poetas y más; apasionada, partida, polarizada. En México entendemos de qué se trata.

“El argentino más famoso”, como lo nombran otros, abrió senderos nuevos desde la cúpula religiosa. Un acercamiento con los menos favorecidos y los más excluidos. Condenó, como no se había hecho desde ahí, la pederastia. El gran dolor, la amarga mancha.

Jorge Mario Bergoglio representó un parteaguas, un actuar distinto al de Ratzinger y Wojtyla.

Nuevamente, en México entendemos. El mal que causó el poderoso abusador sexual, fundador de los legionarios de cristo, Marcial Maciel, es profundo.

Para algunas víctimas, las palabras de Francisco fueron un bálsamo; para otras, un posicionamiento relevante, pero insuficiente.

Forjó andares, aunque el camino es largo y sinuoso.

Por lo pronto, —más allá de las necesarias evaluaciones con la perspectiva que el tiempo brinda—, Bergoglio fue un jesuita crítico e innovador dentro de la propia iglesia y una voz potente en medio de un mundo convulso.

Una luz en medio de tanta oscuridad.

Descanse en paz.

Aquí entre nos

Sobre avances y pendientes.

Jamás una mujer había sido la cabeza de la gobernanza del Vaticano. Es apenas un primer paso.


Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.