La presidenta Claudia Sheinbaum realizó una gira en donde, por primera ocasión desde que tomó protesta, la vimos a ella, en evento internacional de alto impacto, con su agenda, su equipo.
Su gestión arrancó marcada por la violencia y por el testamento de Andrés Manuel (lo que llamo “el coletazo Balrog”).
Inició como el continuo político de los deseos de López Obrador, con sus polémicas (por decirles amablemente) iniciativas de reforma constitucional. Ni la derecha más autoritaria lo hubiera soñado: fuerzas armadas, prisión preventiva oficiosa, Poder Judicial federal…
AMLO propuso y el Congreso dispuso, ya en la nueva administración.
Los efectos negativos se profundizarán, empezando por lo que sigue para el Instituto Nacional Electoral y el bolsillo de la ciudadanía.
Y falta la destrucción de organismos autónomos. Morena-gobierno los absorberá. Forman parte de los golpes transexenales que diluyen contrapesos.
Al INE lo dejaron sobrevivir con la llegada de su candidata Taddei y, por ahora, solo lo rumean, lo mastican, lo devuelven, lo mordisquean. A los otros, INAI incluido, los devorarán completitos.
A la Comisión Nacional de Derechos Humanos ni falta hizo arrojarla a la cazuela. Los integrantes del bloque oficialista la pudrieron desde dentro. La volvieron desecho sin necesidad de deglutirla.
La reelección de Rosario Piedra al frente de la CNDH develó más que una mala designación. Exhibió a quienes votaron por ella (esos y esas que se llenan la boca diciendo que defienden al pueblo). Además, reveló las formas y el fondo de las fuerzas militaristas, incluyendo a su operador tabasqueño de apellido López (me refiero a Adán).
Frente a esto, la titular del Ejecutivo federal respondió en su mañanera de manera reactiva. Sus palabras reflejaron el discurso anterior, desgastado, poco creíble, forzado. Reminiscencias del festín que se descompone con el paso del tiempo. Por ello, verla en la Cumbre del G20 marcó una diferencia.
Antes que nada, por la simple decisión de estar entre los jefes de Estado y de gobierno de los veinte en Brasil. Después, por sus encuentros y posicionamientos. Se notó la ausencia de “manosmanueliñas”. Se sintió la presencia del “grupo claudista”.
Bien. Más doctora y menos señores del pasado.
Aquí entre nos
En la estrategia de seguridad y en su política de comunicación, Sheinbaum debe implementar en México la frase que pronunció en el G20: dejar de sembrar guerras para sembrar paz.