Julio de 2009, panistas afines a Emilio González Márquez, gobernador por aquellos días de Jalisco, se manifiestan afuera de la sede estatal de Acción Nacional. Piden la renuncia del dirigente blanquiazul, Eduardo Rosales. Unos días después, 500 panistas se manifiestan contra el gobernador González Márquez fuera de Casa Jalisco. La razón: la pugna entre dos corrientes internas luego de la derrota panista en 2009. 16 años después y el PAN nunca se levantó. La otrora fuerza política hegemónica, capaz de dominar la política jalisciense durante casi dos décadas, hoy es un partido sin presencia en la Zona Metropolitana de Guadalajara y con una representación de 5 diputados. Imagine usted, en 2006, el PAN había ganado 19 de 20 distritos en Jalisco. La división y el fratricidio, más que la ideología o los resultados de Gobierno, hundieron al PAN. Una crisis que no han podido remontar.
Las declaraciones del alcalde Juan José Frangie donde señalaba un presunto secuestro del partido naranja en Jalisco fue un déjà vu. Las columnas de opinión y los programas políticos se llenaron de especulaciones sobre una posible división entre partidarios del exgobernador Enrique Alfaro (alfarista) y leales al actual gobernador Pablo Lemus (lemusistas). El conflicto mediático duró tres días y, al cuarto, una reunión de los principales liderazgos del emecismo jalisciense culminó un llamado a la unidad. Un armisticio, aunque no sabemos si un desarme.
El reconocimiento del liderazgo de Pablo Lemus y la ratificación de Mirza Flores como dirigente estatal. La política evitó que el conflicto escalara a mayores. Este breve diferendo me suscita tres reflexiones que son relevantes para la sociedad jalisciense, más allá de filias o fobias políticas.
La primera, una eventual división de Movimiento Ciudadano le abre la puerta a Morena para disputar la gubernatura en 2030. Morena en Jalisco difícilmente superará la barrera del 40% de los votos. No lo ha hecho en ninguna elección presidencial, incluso teniendo el arrastre de López Obrador y Sheinbaum que ganaron la Presidencia por goleada. A diferencia de otros estados, en Jalisco sí tiene techo Morena. Sin embargo, la división naranja podría darle alas a Morena. Recordemos 2012. El voto anti-PRI se partió (Alfaro y Guzmán Pérez Peláez) y el PRI se hizo de Casa Jalisco con la votación más baja en democracia: 38%. Un contexto de fragmentación de las fuerzas políticas anti-régimen supondría que Morena pueda arrebatar Jalisco en 2030.
Segundo: la formación de corrientes internas, no basadas en ideología sino simplemente en intereses, corroen los proyectos políticos. Una cosa es un debate abierto sobre el rumbo que debe tomar Movimiento Ciudadano luego del sexenio de Alfaro. Si debe bajar, subir o defender qué banderas ideológicas o programáticas. Si debe ser un partido más liberal o conservador. Más socialdemócrata o demócrata cristiano. Todos esos son debates necesarios para la madurez de una fuerza política. Sobre todo en un partido tan plural, en donde coexisten distintas sensibilidades. No obstante, una guerra soterrada interna entre liderazgos sólo llevaría al fin del proyecto emecista. Decía Winston Churchill que en política hay tres clases de enemigos: enemigos a secas, enemigos a muerte y compañeros de partido. El apuñalamiento entre emecistas es el camino seguro a la derrota y a la insignificancia. Y la credibilidad en política es como la virginidad, si se pierde una vez…nunca se recupera.
Por último, Movimiento Ciudadano en Jalisco es de los pocos proyectos que sí pueden representar una alternativa viable al modelo de gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum, López Obrador y Morena. Ni en educación, ni en salud, ni en infraestructura, ni en política económica, Jalisco ha seguido los pasos de la autollamada Cuarta Transformación. Los resultados: un estado que crece más, que atrae más inversión y que tiene índices de pleno empleo. Un sistema educativo que se sustenta en las comunidades educativas locales, inclusión de los padres de familia, con apuestas tecnológicas y seguimiento para su evaluación periódica. O un modelo de salud que poco tiene que ver con el desmantelamiento federal. Incluso, en la mal llamada Reforma Judicial, la propuesta del ejecutivo estatal refuerza la carrera judicial, el mérito, la evaluación y desecha la tómbola. Frente a un país carente de alternativas viables, Jalisco puede ser una semilla de una oposición inteligente frente al régimen. Jalisco tiene muchas broncas, pero la manera de abordarlas nada tiene que ver con Morena y sus recetas.
Movimiento Ciudadano haría bien en dejarse de ver el ombligo y centrarse en lo relevante: ofrecer una alternativa a la desolación y la desesperanza nacional. Sabemos que el partido a nivel nacional se siente cómodo colaborando abiertamente con Sheinbaum, lo hizo desde la campaña. Eso explica el descalabro de MC en algunos distritos electorales, particularmente los federales. MC bebe del combate frontal a Morena, cuando se confunde comienzan los descalabros. Su disputa no está al interior, sino afuera. Voltear a ver la debacle del PAN en Jalisco puede ser más que ilustrativa.