En la segunda mitad de los setentas soplaban vientos punketos y discotequeros, pero también sonidos propios del glam y del heavy metal: una combinación de éstos últimos se empezó a fraguar por aquellos años, con New York Dolls y Kiss como grupos prototípicos, para estallar en los ochentas con bandas de largas melenas bien peinadas con pistola de pelo (estilo después conocido como hair metal), acrobacias en el escenario y una pose de malosos que ni ellos se la creían. Un hard rock que no renunciaba a buscar la melodía pegajosa o la balada al uso para combinar pirotecnia interpretativa y letrística cercana a la cotidianidad amorosa.
Un par de amigos de la escuela Tapton en Sheffield, Inglaterra, decidieron formar un grupo al que llamaron Atomic Mass: Rick Savage tocaba el bajo y Pete Willis la guitarra, a quienes se sumaron y restaron otros jóvenes. Pronto se les sumó Joe Elliot, un cantante de gustos glameros que les propuso el nombre de Deaf Leopard, cuyo significado no gustó mucho aunque sonaba bien, por lo que decidieron cambiarle algunas letras para que se quedara el definitivo Def Leppard, incluso parecido al de Led Zeppelin (toda proporción guardada), también influencia para la naciente banda que retomaba como una de sus fuentes el movimiento del heavy metal inglés.
Empezaron a tocar en los pubs y Steve Clark se sumó al proyecto con su boyante guitarra para participar en The Def Leppard EP (1979), cabalgando hacia el sol, también llamado Getcha Rocks Off; igual se editó otro EP, titulado Old School Leppard (1979) con Wasted y Hello America como canciones insignia y, sobre todo, Another Hit and Run, muestra del estilo preliminar del grupo, ya haciendo cierto ruido junto con sus compatriotas de Iron Maiden. Con el quinceañero Rick Allen en la batería, firmaron con la ayuda de Peter Mensch (AC/DC) On Through the Night (1980), su primer largo en clave hardrockera donde incluyeron varias canciones previamente aparecidas como sencillos y que abrió con la representativa Rock Brigade para cerrar con la prolongada Overture, de pasajes contrastantes.
Si ya empezaban a ser más o menos conocidos fuera de su terruño, con High ’N’ Dry (1981), moldeado por el colmilludo Mutt Lange, se fueron abriendo más orejas, en particular por la balada Bringin’ On the Heartbreak. Ya sin Willis, sustituido por Phil Collen, rompieron en definitiva el cerco con Pyromania (1983), álbum de logrados y encendidos artificios que los puso en el mismo encuadre que grupos como Van Halen, Mötley Crüe, Poison y Ratt, entre otros, aprovechando la difusión de MTV para lucir conquistas y cabelleras: Photograph, Foolin’ y Rock of Ages se posicionaron como las dinámicas canciones a seguir, así como la cerradora Billy’s Got a Gun.
Después de que Allen sufriera un accidente en el que perdió el brazo izquierdo, si bien continuó en la banda gracias al diseño especial de una batería electrónica, alcanzaron su mayor nivel de popularidad, cuatro años después, con el infalible Hysteria (1987), plagado de un rock pop de logradas melodías que no olvidaba los juegos vocales, los riffs guitarreros y esa rítmica robótica de precisión milimétrica: uno de los discos ochenteros esenciales del género en el que los 12 cortes tuvieron potencial de sencillos, entre la traviesa Pour Some Sugar On Me, las propias de estadio como Women, Armageddon It y Rocket, las cadenciosas Women, Animal y el corte titular y la confesional balada Love Bites, omnipresente a la hora de bailar las “calmaditas” en toda reunión que se prestara.
Arrancaron rockeando con desenfado la década de los noventa vía Adrenalize (1992), en cuyo proceso de grabación murió Steve Clark; en la gira pisaron suelo mexicano en 1993. Con Vivian Campbell (Whitesnake) a bordo para mantener el juego de guitarras, entregaron Retroactive (1993) integrado por lados B y el exitoso sencillo Two Steps Behind, seguido por el recopilatorio Vault (1995), que incluyó la inédita When Love and Hate Collide, y Slang (1996) su sexto álbum de estudio, atendido en particular por la base de fans que funcionó para mantenerse en la mira. Sin desanimarse, cerraron el siglo con Euphoria (1999) en prometedor plan celebratorio con ese reconocible glam metal, entroncando con el rockpop de rigor.
A diferencia de varios de sus colegas que tiraron la toalla, los de Sheffield han continuado con lo suyo a lo largo del siglo XXI produciendo varios álbumes, además de los infaltables recopilatorios: X (2002), de orientación más pop; el disco de versiones Yeah! (2006), un homenaje a sus héroes glam y hard setenteros; el revitalizador Songs From the Sparkle Lounge (2008), a sabiendas de que sólo los buenos mueren jóvenes y aprovechando el ánimo de su predecesor con todo y la presencia del country Tim McGraw; el doble Mirror Ball: Live & More (2011) que capturó en vivo al grupo, aún con la energía intacta.
Pronto presentaron Drastic Symphonies (2023), conformado por versiones orquestales de canciones previas. Bienvenidos a rugir en León.