Gil no se atreverá a aventurar en esta página del fondo nada acerca del gravísimo asesinato de la secretaria particular y el jefe de asesores de la jefa de Gobierno, Clara Brugada. Omar García Harfuch ha iniciado las investigaciones. Si acaso, a Gamés se le ocurre de momento, si funcionarios que están al tanto de los intereses que toca la jefa de Gobierno día a día no deberían traer escoltas. El cuento de la austeridad cuesta vidas.
En esas se encontraba Gilga cuando caviló: al parecer en vastas zonas del país, organizaciones sociales y políticas, sindicatos, grupos de jóvenes hacen lo que se les da la gana.
Gil lo leyó en su periódico El Universal: motociclistas provenientes en su gran mayoría del Estado de México y de la Ciudad de México, pero también de estados como Guadalajara, Morelos y Michoacán, aunque en menor cantidad, se concentraron en la gran ciudad y partieron al Acamoto, wey.
Métanle velocidad
La concentración masiva de motociclistas por el Acamoto ha provocado afectaciones severas en la movilidad urbana, el orden público y la tranquilidad en zonas recreativas como playa Papagayo. Un video difundido en redes sociales muestra cómo algunos asistentes circulan en sus motocicletas sobre la franja de arena, y le entran al trago con singular alegría en espacios públicos destinados al descanso.
Gil no esconderá la mano: no soporta a los motociclistas, a ninguno, pero más que a otros, a los que arreglan sus aparatos para los arrancones. Dirán que Gamés es un reaccionario y represor, pero si por él fuera, arrestaba a los motociclistas y los regresaba a terminar la secundaria obligándolos además a hacer lectura de comprensión, lo cual equivaldría para estos cabezas de chorlito a una especie de cadena perpetua. “Qué buen pedo. Wey, le pisamos durísimo en la carretera”. Sí, la velocidad fue tan alta que hubo ocho muertos accidentados, tanto en la Autopista del Sol como en la avenida Costera Miguel Alemán.
Ahora, mal sin bien, si estos cabeza dura se quieren tirar de un acantilado, allá ellos, pero en su camino ponen en peligro a miles de conductores, ocasionan congestionamientos, molestan a los turistas, la circulación en calles y avenidas principales se han visto obstaculizada por maniobras temerarias, arrancones y exceso de velocidad de motociclistas, lo que ha derivado en múltiples accidentes, informa la nota de su periódico El Universal.
Y ninguna autoridad mueve un dedo, al contrario, los escoltan. Tal vez la gobernadora de Guerrero estaba cantando con el Coque Muñiz y no se enteró de que los motociclistas se adueñaron de Acapulco. La alcaldesa también brilló por su ausencia.
Lean, lectora y lector: la noche del 18 se esperaba el cierre de la principal vialidad de Acapulco en el sentido del Centro a la Base, ante la reunión de miles de motociclistas que llevarán a cabo acrobacias durante una fiesta que, de acuerdo con registros de ediciones anteriores, se prolongaría hasta las primeras horas de este sábado, tras tres días de actividades.
Tres días bien chidos
Durante el primer día de actividades del Acamoto, se registraron tres accidentes fatales en la Autopista del Sol, en los que fallecieron tres personas que se trasladaban a bordo de motocicletas. En estos mismos hechos, cuatro personas más resultaron con lesiones de gravedad, mismas que fueron auxiliadas por personal de Caminos y Puentes Federales para que fueran trasladadas a recibir atención médica. Durante el segundo día de actividades, autoridades municipales confirmaron cuatro decesos más, en hechos relacionados con el desarrollo del Acamoto. Con relación a la muerte de motociclistas, durante la madrugada del viernes, se informó sobre un accidente en el fraccionamiento Costa Azul, en el que dos personas que viajaban a bordo de una motocicleta fueron embestidas por un vehículo pesado.
Caramba, pues qué fiesta tan chingona. El próximo año la autoridad podría repartir puñales a los motociclistas para que al menos hirieran a una o dos personas por cabeza.
Todo es muy raro, caracho, como diría Francisco de Quevedo: “Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen”.
Gil s’en va