Gil coincide con la presidenta Sheinbaum, el dinero y el poder no son el éxito, pero ah, cómo ayudan al bienestar, al buen humor, a la holgura. Ciertamente algunos se entregan a la molicie: que la fiesta en casa de Pedro Haces estuvo de pocas tuercas, ríos de vino de equilibrados taninos y lagos champaña, ¿no te invitaron?; Noroña conduce su camioneta Volvo y viaja en primera al otro lado del mundo a arreglar una reunión importante a la cual nadie asistió; cuando Monreal se siente un poco cansado y el tránsito de la ciudad lo pone muy tenso, le pide el helicóptero a Haces; y qué le dicen a Gil de Félix Salgado Macedonio, mientras prepara sus armas para gobernar otra vez el estado de Guerrero, Gamés supone que le ayuda mucho a su hija, o sea, gobierna el estado; este señor se dedicará a hacer una película, a Félix le gusta la actuación y vieran que no lo hace mal, sobre todo cuando su motocicleta también actúa con él, al parecer le dieron un premio a la moto; y del senador Adán Augusto López se dice que es todo un caballero, un hombre fino, atractivo, en fon, dejémoslo así.
Gilga les recuerda, por si hiciera falta, que estos personajes se sienten poderosos e incluso capaces de enmendarle la plana a la Presidenta porque los puso ahí el ex presidente Liópez aquella histórica noche de las corcholatas en una restorán del centro de la ciudad. Un regalo envenenado.
En el Consejo nos vemos
Así las casas (Gil sin Bartlett no es el mismo), la presidenta Sheinbaum dio un manotazo en la mesa. Mientras se rompían la cabeza en Palacio Nacional pensando en Trump, “las batallas intestinas, los movimientos por interés personal y las agendas propias han predominado durante los últimos meses en Morena”, escribe David Marcial Pérez en su periódico El País.
Y que sobreviene y sobrelleva el madrazo y las advertencias. Durante la reunión del Consejo Nacional, ante la plana mayor del partido, incluidos gobernadores y parte del gabinete, ha mandado un mensaje de fuego, bueno, no tanto, pero habla al menos de un regaño. Leído íntegramente durante el acto por la presidenta del partido, Luisa María Alcalde, el texto es un llamado a anteponer la unidad, la humildad y el servicio público a la ambición personal. Un regreso a los principios originales del partido fundado por el ex presidente Liópez. Muchos elogios al esfumado líder máximo. Esos principios también son finales.
Orden en la sala, el partido hegemónico y su gobierno han destruido los órganos autónomos, el Poder Judicial y, en consecuencia, la división de poderes; gobierna 24 de los 32 estados de la República, tiene mayoría calificada lograda con inmensas trapacerías y compras de votos de traidores. Al calor del triunfo, Morena es también carretón de la basura cuyo único pegamento parece a veces ser la figura del líder López Obrador.
Bloqueo
“Ha habido capítulos impensables”, escribe David Marcial Pérez, “como el bloqueo de la reforma contra el nepotismo, una iniciativa de la Presidenta, para evitar el control familiar de los cargos. Los intereses personales al interior del grupo parlamentario oficialista, con nombres propios como Ricardo Monreal o Félix Salgado, descafeinaron la propuesta. El intento de afiliación del polémico expanista Miguel Ángel Yunes Márquez o los choques públicos entre los líderes en las dos Cámaras, Adán Augusto López en el Senado y Monreal en la Cámara de Diputados, evidenciaban el peso de las agendas propias en detrimento de la unidad del partido”.
El tono del mensaje y hasta la utilización de algunas palabras remiten al discurso de López Obrador durante sus inacabables ruedas de prensa. A “los ideales y los principios”, al “escudo de la honestidad” o a “la política como un apostolado, que requiere austeridad y humildad”. Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional abrió el encuentro con el mensaje que el expresidente dirigió a la militancia en el último consejo en el que participó. “No permitan que los antiguos vicios de personas de la política florezcan en nuestras filas”.
No la menor de las vaciladas del Consejo General fue ver a Luisa María Alcalde que se ha desgañitado contra el nepotismo sentada a un lado de Andrés López Beltrán, quien ocupa un alto cargo en Morena. Es que de veras, no se miden.
Todo es muy raro, caracho, como diría Shakespeare: “Cuídate de entrar en pendencia, pero una vez en ella, obra de modo que sea el contrario quien se guarde de ti”.
Gil s’en va