Con encuestas tan ajustadas, incluso un pequeño error sistemático en los sondeos podría producir una cómoda victoria en el Colegio Electoral para cualquiera de los candidatos, considera el especialista Nate Silver...
Gil cerraba la semana con un asombroso poderío conceptual en la canasta de su cerebro. Así, como lo oyen. De qué se burlan o qué. Con ustedes no se puede, de veras. Así caminaba Gamés con firmeza sobre la duela de cedro blanco cuando se encontró con la versión en español del New York Times y un artículo de Nate Silver, especialista en encuestas y director del portal de encuestas FiveThirtyEight. Silver es autor de On the Edge: The Art of Risking Everything.
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En unas elecciones en las que las encuestas de los siete estados más disputados muestran una diferencia de uno o dos puntos porcentuales, el 50-50 es el único pronóstico responsable. Desde el debate entre Kamala Harris y Donald Trump, mi modelo se ha mantenido más o menos así. Cuando doy esta insatisfactoria respuesta, inevitablemente recibo una pregunta: “Vamos, Nate, ¿qué dice tu instinto?”.
Te lo digo entonces: mi instinto dice Donald Trump. Y supongo que así piensan muchos demócratas angustiados.
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Las personas cuyo instinto les dice que Trump ganará invocan con frecuencia la noción de los votantes escondidos de Trump. La teoría, adoptada del término “shy Tories”— “tories tímidos”, por los partidarios del partido conservador del Reino Unido— por la tendencia de las encuestas británicas a subestimar a los conservadores, es que la gente no quiere admitir que vota por partidos conservadores por el estigma social que se les atribuye.
Pero no hay muchas pruebas de la teoría del votante escondido, ni ha habido ninguna tendencia persistente en las elecciones de todo el mundo a que los partidos de derechas superen sus porcentajes en las encuestas. (Un ejemplo: el partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen no superó sus encuestas en las elecciones legislativas francesas de este verano). La teoría tiene incluso algo de esnobismo. Mucha gente se siente orgullosa de admitir su apoyo a Trump y, en todo caso, votar por él tiene menos estigma que nunca.
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Por qué Trump podría superar los porcentajes de sus encuestas.
Los partidarios de Trump suelen tener menos compromiso cívico y confianza social, por lo que pueden estar menos dispuestos a responder a una encuesta de algún medio de comunicación. Los encuestadores intentan corregir este problema con técnicas de limpieza de datos cada vez más agresivas, como la ponderación por el nivel educativo (los votantes con estudios universitarios tienen más probabilidades de responder a las encuestas) o incluso por cómo la gente dice que votó en el pasado. No hay garantías de que nada de esto funcione.
Si Trump supera sus porcentajes en las encuestas, habrá habido al menos una señal clara de ello: los demócratas ya no tienen una ventaja consistente en cuanto a la identificación partidista: casi tanta gente se identifica ahora como republicana.
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Por qué Harris podría superar sus porcentajes en las encuestas.
Una sorpresa en las encuestas que subestime a Harris no es necesariamente menos probable que una para Trump. En promedio, las encuestas fallan por tres o cuatro puntos. Si Harris lo consigue, ganará por el mayor margen tanto en el voto popular como en el Colegio Electoral desde Obama en 2008.
¿Cómo podría ocurrir? Podría deberse a algo parecido a lo que ocurrió en el Reino Unido en 2017, relacionado con la teoría de los “tories tímidos”. Se esperaba que los conservadores arrasaran, pero en los resultados de las elecciones perdieron su mayoría. Hubo mucho desacuerdo entre los encuestadores, y algunos acertaron el resultado, pero otros cometieron el error de no fiarse de sus datos, haciendo ajustes ad hoc tras años de preocuparse por los conservadores escondidos.
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Con encuestas tan ajustadas, incluso un pequeño error sistemático en las encuestas como el que ocurrió en 2016 o 2020 podría producir una cómoda victoria en el Colegio Electoral para Harris o Trump. Según mi modelo, hay un 60 por ciento de posibilidades de que un candidato arrase en al menos seis de los siete estados disputados.
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Como todos los viernes, Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la botella del vodka Grey Goose para fabricar “Gansos Salvajes”, Gamés pondrá a circular las frases de Abraham Lincoln por el mantel tan blanco: “Nadie me inducirá a votar una cosa que considero falsa, para conseguir con ese voto algo que considero justo”.
Gil s’en va