La tiranía venezolana

Ciudad de México /

Las protestas en Caracas habían estallado y Nicolás Maduro pidió a los gobiernos de Argentina, Chile, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay el retiro inmediato de sus representantes. Gil había visto y oído a Maduro en las malditas redes sociales: se presentó ante una multitud de seguidores y se proclamó vencedor de la elección en Venezuela. Este dictador que tiene en México amigos y seguidores, empezando por el presidente Liópez, necesita un psiquiatra. Lean y digan: “Hay que agradecer al pueblo de Venezuela, su tenacidad, su perseverancia, su conciencia. Tremenda guerra psicológica que le metieron. Todas las redes sociales en contra y campañas diarias para favorecer a los demonios y las demonias, pero más pudo el pueblo de Cristo ante las campañas de demonios y demonias. Hay que agradecer a los soldados y las soldadas de las fuerzas armadas bolivarianas, a la milicia nacional bolivariana”.

Gamés caminó sobre la duela de cedro blanco y meditó, como si fuera un Jacques Lacan de bolsillo: todo populista serio y encumbrado guarda dentro de sí a un psicótico. A Maduro le hablan los demonios y las demonias y Hugo Chávez regresó un día del más allá convertido en un pajarito que con sus trinos le indicó el rumbo de la revolución bolivariana.

Un hombre prudente

Desde el púlpito del Salón de la Tesorería del Palacio Nacional, el presidente Liópez dijo que el gobierno de México reconocerá los resultados de la elección en Venezuela si la autoridad electoral de ese país confirma la tendencia que le da el triunfo al presidente Nicolás Maduro. Liópez dijo que reconocerá al ganador de las elecciones presidenciales de Venezuela sólo después de que los resultados sean informados en su totalidad por el árbitro electoral.

¡Qué prudencia y buen cuidado de tomar las cosas con calma y no atrabancarse! Pequeño detalle: el día de la elección, el Consejo Nacional Electoral, al cual críticos y opositores consideran un brazo del oficialismo, afirmó en su primer boletín que el presidente Nicolás Maduro fue reelecto con 51.2% de los votos y que sólo faltaba contabilizar 20% de los votos.

El presidente Liópez: "Si la autoridad electoral confirma esta tendencia nosotros vamos a reconocer al gobierno electo por el pueblo de Venezuela, porque así es la democracia, pero primero vamos a esperar (...) no podemos desconocer ningún resultado". Lo dicho: un hombre prudente, sereno, sensato. Gil se abraza a sí mismo.

La crisis

Como diría la extinta madre de Gilga: tenía que ser. ¿O alguien pensó de verdad que Maduro aceptaría la derrota? En menos de veinticuatro horas el Consejo Nacional Electoral lo proclamó nuevo presidente y Maduro dirigió un discurso enloquecido que terminó así: “Siempre venceremos”. Leyó usted bien: siempre.

Gamés recogió por aquí y por allá en sus periódicos de papel y sus pantallas noticias de los comicios. Lo que encontró no favorece especialmente al enemigo de los demonios y las demonias: una cantidad nada despreciable de gobiernos desconfía de los resultados de la elección venezolana: España, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Argentina, Chile, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay. Por su parte, Bolivia, Cuba, China y Rusia felicitaron a Maduro. Estados Unidos ha sido al menos tibio, o ambiguo; el secretario Blinken dijo: “Estados Unidos apoya al pueblo venezolano y sus aspiraciones democráticas. Seguiremos trabajando con las partes interesadas venezolanas y los socios internacionales para garantizar que se respeten las libertades y los derechos democráticos del pueblo venezolano”.

Los gobiernos de nueve países latinoamericanos manifestaron su “profunda preocupación” por las elecciones en Venezuela y anunciaron que pedirán una reunión urgente del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Gil ya ve lo que viene, como en todas las dictaduras: el caos, el conflicto, la persecución, la suspensión de garantías, la represión. Viene Cuba, o Nicaragua y lo que se llama el tiempo del populismo. Unos más allá, unos menos acá, unos hacia un lado o hacia otro. Gamés espera la respuesta de tres países: Brasil, Colombia y México. Y cierren las puertas señores.

Todo es muy raro, caracho, como diría Camus: “el tirano no busca la unidad, sino la totalidad, lo que significa el aplastamiento de las diferencias”. 


Gil s’en va


  • Gil Gamés
  • gil.games@milenio.com
  • Entre su obra destacan Me perderé contigo, Esta vez para siempre, Llamadas nocturnas, Paraísos duros de roer, Nos acompañan los muertos, El corazón es un gitano y El cerebro de mi hermano. Escribe bajo el pseudónomo de Gil Gamés de lunes a viernes su columna "Uno hasta el fondo" y todos los viernes su columna "Prácticas indecibles"
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