Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil imaginaba a los integrantes del primer círculo de Morena repasando los nombres de la lista de los cuarenta y tres senadores de oposición que han hecho pública su decisión de votar en contra de la reforma judicial. Gamés oye las voces en los cuartos de guerra: éste es mano larga; éste otro trae una cuenta pendiente; a ésta le gusta el dinero. Ricardo le dice a Adán: avanzamos, pero no avanzamos; parece que sí, pero parece que no. Gambusinos de un senador o una senadora de oposición, buscan el último mineral para que suceda el delirio de la reforma.
Las frentes perladas de sudor (recordemos que las frentes sin perlas de transpiración no valen un peso). En Palacio Nacional, la voz de Liópez pregunta si algún senador no está dispuesto a comer un queso podrido y caer en cama con vómito y diarrea, o una senadora que contraiga el dengue. Bastaría con una ausencia de oposición.
Estos métodos para obtener un voto menos o un voto más son desde luego menos socorridos que los del sello de la casa: amenazas, extorsión, intimidaciones a familiares, advertencias. Toda la carne al asador del abuso de poder.
El muro
Gil lo leyó en Infobae en una nota de Luis Carlos Rodríguez: “los senadores y las senadoras de oposición son vistos como el último muro contra la aplanadora morenista y la reforma judicial o el llamado plan C del presidente López Obrador. Se trata de 43 senadores de oposición, del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, que con su voto en contra pueden frenar el que es considerado el cambio legislativo más importante del sexenio, porque dejará en manos del voto popular la elección de jueces, magistrados y ministros y en una especie de ajuste de cuentas contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación”.
La lectora y el lector lo saben: no son un bloque de contención formal, pero han prometido su presencia en el salón de plenos del Senado de la República y el voto en contra de la reforma judicial, en medio de presiones de quienes rechazan la reforma y quienes buscan avalarla.
Este es un caso para el l’inspecteur Gamois (pronúnciese Gamuá): veremos de qué lado masca la iguana y si Alejandro Moreno, mejor conocido y cocido como Alito, no se dobla. O si un alma descarriada de Movimiento Ciudadano abandona el rebaño dantesco; a los panistas, Gamuá los ve firmes, pero uno no sabe nunca nada. Dicen los que saben que en Palacio se muerden los codos, lo cual no está mal, nada mal.
Gilga coincide con Gamuá y añade que si el Presidente se retira con una derrota, la Presidenta tomara posesión con una derrota a cuestas, lo que hace la mano hace la tras tiene sus riesgos aún cuando llegué al poder después de un triunfo arrollador. Oh, sí.
Tomen nota
El coordinador del PRI en el Senado, Manuel Añorve, afirmó en su periódico El Universal que en este bloque “en el PRI estamos firmes. Existe la coincidencia de todos de votar en contra de esta reforma retrógrada. No nos vamos a doblar y ya estamos los 15 senadores acuartelados en la Ciudad de México y los suplentes listos”.
La coordinadora del PAN en el Senado, Guadalupe Murguía, expuso que sí ha estado en comunicación con los coordinadores del PRI y MC en este tema y “estaríamos buscando que nadie se doble, que no haya un traidor. Falta un voto y tenemos que sostenernos”.
Clemente Castañeda, coordinador de Movimiento Ciudadano, declaró a su periódico El Universal que los cinco senadores de esa bancada están firmes en contra de la reforma judicial. “No nos van a doblar, vamos a resistir los embates y presiones de Morena y el gobierno para que no se apruebe el plan C de López Obrador (…) Hemos dejado claro que seremos un muro ante cualquier intento de desmantelar nuestras instituciones, el grupo parlamentario está preparado y decidido a oponerse al ataque que el oficialismo intenta perpetrar para cooptar a uno de los poderes de la nación. El domingo estaré presente en comisiones y si el oficialismo sabe contar, que no cuente con nosotros”.
Dicho lo cual, la iniciativa pasará en comisiones y el miércoles se vera de que correas salen más cueros, o como se diga.
Todo es muy raro, caracho, como diría Shakespeare: “la lealtad tiene un corazón tranquilo”.
Gil s’en va