Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil cavilaba en toda esa zarandaja de la Cuarta Transformación: la Independencia, la Reforma, la Revolución y la Cuatroté. Precisamente en estos días patrios, Gamés se dirigió a uno de los entrepaños de su librero de finas maderas y tomó un libro excepcional: Pensar el siglo XX de Tony Judt en un diálogo con Timothy Snyder. Abrió una página y copió un párrafo: “Es tremendamente importante para una sociedad abierta conocer su pasado. Un rasgo que tenían en común las sociedades cerradas del siglo XX, ya fueran de izquierdas o derechas, era que manipulaban la historia. Amañar el pasado es la forma más antigua de control de conocimiento: si tienes en tus manos el poder de la interpretación de lo que pasó antes (o simplemente puedes mentir acerca de ello) el presente y el futuro está a tu disposición. De modo que, por simple prudencia democrática, conviene garantizar que la ciudadanía esté informada históricamente”.
Los fuegos artificiales y los gritos un tanto destemplados del Presidente en el Día de la Independencia le trajeron a Gamés este párrafo, y no sólo eso, sino la decisión del Presidente de retirarse a Palenque a escribir historia “porque han dicho muchas mentiras”. Gil no hará leña del historiador caído, pero Liópez no sabe nada de historia, nada que no sea una rara historia de bronce y una fragua de héroes que él ha inventado.
En esto y otras cosas el ex presidente Zedillo ha tenido razón en su intervención sobre la reforma judicial. Discurso que Liópez y algunos, pocos, periodistas han descalificado al ex presidente. Están viendo y no ven.
Zedillo
El ex presidente Ernesto Zedillo tuvo una aparición en medios luego de participar en la Conferencia Anual 2024 de la Asociación Internacional de Abogados que se realiza en Ciudad de México. En entrevista con Ciro Gómez Leyva habló sobre la recién aprobada reforma al Poder Judicial. “Estoy hablando de un riesgo que se puede materializar dado el contenido de esa reforma. El requisito de cualquier democracia real es no solamente que haya elecciones libres y condiciones de competencia equitativa, sino que haya un tercer poder independiente que imparta justicia, pero que esté atento a que los otros poderes del Estado cumplan con sus obligaciones constitucionales”.
Zedillo añadió que la reforma al Poder Judicial está diseñada para que los poderes Legislativo y Ejecutivo puedan determinar, nombrar a quienes serán juzgadores en el sistema jurídico (…). Es un mecanismo para decirle a la gente qué va a elegir y eso es democrático, pero no lo es. La Constitución y el funcionamiento de cualquier democracia dice que el Ejecutivo y el Legislativo deben cumplir con sus funciones y una de ellas es asegurarse que se prevén los medios y reglas para que exista un Poder Judicial independiente (…). “Afirmo que lo que ha sucedido la trágica semana pasada es que se han sentado las bases para que México se convierta en una tiranía”. Con una pena enorme, pero Zedillo tiene razón.
Hiriart y Riva Palacio
Todo esto que la lectora y el lector acaban de leer lo leyó Gil en su periódico El Financiero. Y también leyó a dos periodistas que Gamés lee desde hace años con atención: Pablo Hiriart y Raymundo Riva Palacio. Desde distintos ángulos, ambos descalificaron a Zedillo y se trenzaron en inútiles críticas de aquel sexenio. ¿Vamos a estar en desacuerdo con Zedillo? Porque de ser así, estaremos de acuerdo con la reforma judicial, la mentira, el atraco, la amenaza y la oprobiosa actuación de Morena en el Poder Legislativo.
Hasta donde iba Gamés, se trata de denunciar este capítulo negro del autoritarismo mexicano y de un cambio gravísimo y, en efecto, como dijo Zedillo, de la muerte de la democracia mexicana.
El episodio no deja de ser paradójico porque tanto Hiriart como Riva Palacio han criticado al caudillo y su política una y mil veces. ¿Entonces? ¿Somos o no somos? Voces desencaminadas afirman que la descalificación de Zedillo es por Salinas. Pues con la pena, pero Otto Granados Roldán, que formó parte del gabinete del ex presidente Salinas, hizo pública su adhesión al texto de Zedillo. A Gilga le resulta incomprensible. No hay peor ciego que el que quiere ver, o como se diga.
Todo es muy raro, caracho, como diría René Char: “El fruto es ciego, el que ve es el árbol”.
Gil s’en va