Emisiones netas cero: la exageración frente a la verdad

Ciudad de México /

Si se pregunta a un grupo de personas cuál es el significado de la expresión “emisiones netas cero”, sin importar su ocupación, nacionalidad o edad, muy probablemente se obtendrá una amplia gama de respuestas imprecisas o inciertas. En salas de juntas, aulas de clase o en nuestros hogares, la expresión suele venir acompañada de objetivos o plazos que carecen de claridad en torno a lo que implica realmente su cumplimiento.

En este contexto, no es sorpresivo que una encuesta realizada por el gobierno de Reino Unido, publicada en julio de 2024, revelara que 91 por ciento de los encuestados había oído hablar de emisiones netas cero; sin embargo, solo 17 por ciento conocía a profundidad el tema. Diversas encuestas en otros lugares muestran resultados similares.

Esta falta de comprensión resulta sorprendente, teniendo en cuenta que el reporte “Net Zero Stocktake 2024” reveló que 148 países han delineado objetivos nacionales de emisiones netas cero que cubrían alrededor de 88 por ciento de la población mundial. Esta incertidumbre plantea una pregunta fundamental: ¿qué son emisiones netas cero y, lo que es igual de importante, qué no lo es?

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) define el escenario cero neto como el momento en que las emisiones antropogénicas se compensan a escala global con las absorciones antropogénicas durante un determinado periodo de tiempo. En términos simples, el concepto consiste en lograr un equilibrio entre las emisiones que los seres humanos envían a la atmósfera y aquellas que son removidas. No se trata de lograr un mundo libre de emisiones, a través de demonizar los hidrocarburos o de rechazar tecnologías emergentes como la captura, el uso y el almacenamiento de carbono o la captura directa de emisiones del aire.

También es pertinente señalar que el Acuerdo de París de 2015 no menciona el concepto de cero emisiones netas. El artículo 2 aspira a mantener “el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de los 2 grados centígrados respecto a niveles preindustriales”, mientras que el artículo 4.1 llama a equilibrar las emisiones y las absorciones en la segunda mitad de este siglo “sobre la base de la equidad y en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza”.

Tres años después, el concepto de emisiones netas cero se hizo visible con la publicación del Informe Especial de 2018 del IPCC sobre 1.5 grados centígrados, el cual destacó que detener el calentamiento global a largo plazo requiere alcanzar y mantener emisiones netas cero, y en 2021 la Agencia Internacional de Energía (AIE) publicó su informe titulado “Emisiones Netas Cero–Una hoja de ruta para el sector global de la energía”.

Sin embargo, esta progresiva prominencia del concepto coincidió con una creciente confusión. Muchas políticas de cero emisiones netas promovían plazos irreales o tenían poco o nada en cuenta la seguridad, la asequibilidad o la viabilidad energéticas. Por ejemplo, un artículo de The Economist de noviembre de 2024, exponía que las estimaciones para la “transición” oscilaban entre 3 y 12 billones de dólares al año.

Otras políticas ignoraron limitaciones físicas, como la evidente dificultad de expandir la producción de minerales raros o críticos, o pusieron en grave riesgo el derecho a una energía asequible, confiable, sostenible y moderna, de miles de millones de personas que viven en la pobreza energética en el mundo en desarrollo, según el Objetivo de Desarrollo Sostenible 7.

Las políticas iniciales de cero emisiones netas también vinieron de la mano con llamados a detener la inversión en el sector de petróleo, gas y carbón, ignorando el terrible impacto que esto tendría en la seguridad energética, pues estas fuentes siguen representando más de 80 por ciento de la matriz energética global en 2025, como lo han hecho desde la década de 1980.

La OPEP estima que si la inversión en la industria global de exploración y producción se detuviera hoy, el mercado petrolero sufriría un abultado déficit de alrededor de 23 millones de barriles por día para 2030. La volatilidad asociada afectaría gravemente a sectores clave como transporte, servicios de emergencia, construcción, manufactura, producción de alimentos, atención médica e infraestructura, solo por mencionar algunos.

Basta decir que el paradigma de emisiones netas cero no se discute en el vacío. Se habla de él en un mundo en el que estimamos que la demanda mundial de petróleo supere los 104 millones de barriles por día este trimestre ―un nuevo récord―, en medio de un crecimiento anual esperado de 1.4 millones de barriles por día para 2025. Se discute en un mundo en el que el consumo mundial de gas natural alcanzó “un máximo histórico” en 2024, según la AIE, y existe en uno en el que la misma agencia, a pesar de predecir un techo en la demanda en 2014, recién reportó un consumo récord de carbón de 8 mil 700 millones de toneladas en 2024.

Además, para 2050 vemos que la demanda mundial de energía aumentará 24 por ciento, la economía mundial duplicará su tamaño y la población mundial alcanzará 9 mil 700 millones.

Las narrativas simplificadas de forma excesiva que presentan las energías renovables como “buenas” y a los hidrocarburos como “malos” en nombre del paradigma cero neto nos recuerdan por qué los datos y las previsiones del mundo real, y no la ideología, deben ser los aspectos determinantes para la formulación de políticas, incluso cuando se trata de emisiones netas cero y las futuras vías energéticas.

Esto no significa que la OPEP no apoye la reducción de emisiones. Todo lo contrario. De hecho, el periódico Financial Times informó recientemente que Medio Oriente es ahora el mercado de energías renovables de más dinámico crecimiento fuera de China, con empresas como Masdar (Emiratos Árabes Unidos), Acwa Power (Arabia Saudita) y de otros países de la OPEP a la cabeza. Es igualmente cierto que estos esfuerzos complementan, en lugar de contradecir, las vitales contribuciones de los países miembros de la OPEP y sus compañías petroleras nacionales en pro del mantenimiento de la seguridad energética, la asequibilidad y la reducción de las emisiones.

La OPEP reconoce que para afrontar los desafíos energéticos vigentes y futuros del mundo, serán esenciales cuantiosas inversiones en todos los combustibles y tecnologías. En este aspecto, nuestros países miembros están demostrando que es posible ser líderes en energías renovables y centros de desarrollo tecnológico, al tiempo que se continúa produciendo el petróleo que el mundo necesita tanto ahora como en el futuro.

En definitiva, hablar de cero emisiones netas no tiene por qué ser impreciso o incierto, pero tampoco se pueden ignorar todos los datos y tendencias que son verificables en el mundo real. En un artículo reciente, el Centro Nacional de Análisis Energético, un conocido think tank en Estados Unidos, subrayó los riesgos de hacerlo al señalar que “las suposiciones erróneas sobre los escenarios energéticos… influyen no solo en billones de dólares en decisiones en materia de inversión, sino también en políticas gubernamentales con consecuencias geopolíticas de amplio alcance”.

Es alentador que en años recientes los responsables de delinear las políticas hayan vuelto a reconocer la necesidad de alcanzar seguridad energética y reducción de emisiones. Sin embargo, nuestro futuro energético demanda un pragmatismo considerable. Esto se refleja en invertir en energías renovables y tecnologías, reconociendo y salvaguardando al mismo tiempo el papel vital de los hidrocarburos para el sustento de sectores clave y medios de vida en todo el mundo.

Si aquellos responsables de formular políticas públicas adoptan este enfoque equilibrado, apuntando al objetivo de cero emisiones netas, la próxima década no solo traerá consigo reducciones significativas de emisiones, sino que también garantizará un futuro energético estable y seguro para todos.


  • Haitham Al Ghais
  • Asumió en 2022 el puesto de Secretario General de la OPEP. Sirvió como Gobernador de Kuwait ante dicho organismo desde 2017 a 2021 y fue el primer presidente del comité técnico conjunto de la OPEP+. Al Ghais es un veterano de la industria del petróleo y gas, habiendo desempeñado funciones en instancias clave de la cooperación OPEP y no OPEP, así como en la Kuwait Petroleum Corporation (KPC).
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.