El capricho del rey se convirtió en cerveza

Ciudad de México /

Su negocio fue golpeado por las secuelas de la pandemia del Covid 19, y a pesar de todo logró levantarse con un socio, Miguel, originario de Zihuatanejo, Guerrero, con quien formó una alianza que ya eleva el vuelo, pues han obtenido premios por la calidad de la cerveza que elabora, de la que sobresale El capricho del rey, joya de la corona de su marca, La Capital.



Es Luis Roberto Martínez Serdio, cuya constancia lo ha llevado a participar, incluso, como juez en concursos realizados tanto en México como en otros países, España, uno de ellos.

La historia de su aventura se remonta al año 2012, cuando comenzó a florecer la idea y entonces se interesó en el mundo de la cerveza y el fermentado. En aquella década era muy incipiente el mercado al respecto. Ni siquiera tenía idea de que podía hacer cerveza en casa.

Fue así como este emprendedor comenzó a experimentar. Primero lo hizo en su departamento; después, en casa de sus padres, hasta donde lo acompañó un cervecero alemán y su amigo, con quienes se la pasaba probando, dice, mientras sonríe.


Cuenta que inició con lo básico: una parrilla con tres ollas y unos fermentadores en garrafones de cristal; años después, con un amigo, del que se haría socio, planeó montar una fábrica, misma que en el año 2017 comenzó a formalizarse.

Pero primero habrá que remontarse al 2012, cuando Luis Roberto, ingeniero en Telecomunicaciones, originario de Ciudad de México, entusiasta de la cerveza artesanal, y su colega Miguel, ingeniero civil, nativo del puerto de Zihuatanejo, estado de Guerrero, pensaron en hacer una fusión de dos mundos, es decir, dos ideas de diferentes regiones del país.


Y fue cuando resolvieron lanzar dos marcas, una de las cuales, La Capital que, como su nombre lo indica, tiene estilos apegados a lo que más se consume en una gran ciudad, la metrópoli; es decir, lagers limpias, ligeros tostados y poco grado de alcohol.

Por el otro lado está la segunda marca, El capricho del rey, que está basada en una leyenda local de Zihuatanejo y tiene estilos frescos, frutales, tropicales, refrescantes, “ideales para disfrutar de un día soleado en la playa”, como describe el acta de su nacimiento.


—¿Pero por qué Capricho del rey?— se le pregunta a Luis Roberto.

—Cuenta la leyenda del Capricho del Rey —relata— que en el año 1500 existió Calzontzin, un rey tarasco, que venía de las montañas de Michoacán a las costas de Guerrero; este poderoso emperador vivía junto al mar, en lo que era un pueblo conocido como Zihuatlan, tierra de mujeres morenas; tenía su harem de doncellas, pero no podía nadar tranquilamente, porque había mucho tiburón gata, y fue entonces cuando decidió construir el primer arrecife artificial en el mundo, sin imaginarse el beneficio que esto traería.

La anterior es una síntesis de la leyenda.

Ahora volvamos a la realidad actual.


—¿Y de ahí qué siguió?— se le pregunta en su pequeña planta de Ixtapaluca, Estado de México, no muy lejos de la capital del país, donde sus empleados son estudiantes entusiastas y familiares.

—En un inicio, después de experimentar con un kit de cerveza, recibimos asesoría de un maestro cervecero alemán, como te decía, que vivía en México y del cual después nos hicimos muy amigos; él, siendo un profesional de la cerveza y la malta, nos enseñó bastante sobre la elaboración de la cerveza artesanal y hasta la fecha conservamos muchas de sus enseñanzas; es decir, el método alemán para hacer grandes cervezas.

Luis Roberto administra la cervecería y es lo que se conoce en ese ámbito como Beer Sommelier por la Asociación de Sommelieres Mexicanos; ha sido juez de cerveza e hidromiel, entre otras participaciones, por lo que cada vez se mete más en ese universo.


Martínez también elabora hidromiel; además, de acuerdo a su semblanza, ha participado en diferentes competencias en México, donde ha sido juez, y el año pasado fue invitado a la Copa Reyna de Hidromiel, celebrada en Palma de Mallorca, España.

Luis Roberto Martínez, con 39 años de edad, tiene una maestría en Administración. Anterior a este emprendimiento trabajó en una empresa trasnacional de telefonía; pero renunció para volverse cervecero.

El local de la pequeña empresa es suficiente para almacenar el material que necesita, ya sea para cocinar el producto y elaborar la cerveza, pues también trabaja para otras marcas, aunque a poca escala.

—Le llaman cerveza artesanal.

—Sí, cerveza artesanal, y existe la cerveza industrial. A mí no gusta el título de cerveza artesanal, porque al final hay buena cerveza bien hecha y mala cerveza mal hecha. Nosotros utilizamos ingredientes de la más alta calidad. La malta, por ejemplo, es de cebada; el lúpulo nos llega comprimido. El agua la traemos de un pozo profundo de Ixtapaluca; es agua para consumo humano, agua que solo surte a purificadoras.

—¿Entonces cómo podríamos denominar la cerveza que tú haces.

—Por la producción que ocupamos sigue siendo cerveza artesanal, aunque prefiero decir que hacemos buena cerveza, cerveza de calidad.


Es Luis Roberto Martínez, experto en elaboración de hidromiel, cerveza y destilados, diseño y ajustes de recetas, entrevistado en este lugar donde en lo alto de las paredes cuelgan certificaciones y premios obtenidos como especialista en esta bebida.

  • Humberto Ríos Navarrete
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