Claudio XXX González salió a la palestra para reconocer algunas cosas que muy probablemente lo hagan perder la admiración y el cariño de la fanaticada de derechas. Mientras a lo largo de la campaña defendía a capa y espada a Xóchitl Gálvez como si fuera la nueva Juana de Arco y prácticamente más popular entre la tropa que Adelita aunque hiciera muchos osos, de pronto nos sale con que en realidad nunca creyó que la candidata pudiera tener alguna oportunidad de llegar a la Presidencia. Esto no sólo es una patada en salva sea la parte a la oposición, sino que le da un toma chango tu banana a ese discurso cursi, clasista y pedorro en el que se ha montado toda la intelectualidá conservadora. Si el mismísimo dueño de la oposición acepta que desde el principio sabía que la campaña a lo más que aspiraba era a ser contrapeso en las cámaras para meterle la pata a la Cuatroté, pues pone a parir chayotes al PRIANChu. Es lo suyo, pero no deja de ser doloroso.
Así, deja hueco el de por sí muy hueco discurso de la ex candidata del huipil, y le arrebata las melifluas argumentaciones a Ferriz, Sarmiento, Dresser, Alazraki, que son uno mismo. Y al muy pobrecito Chuchito Zambrano que, muy ardido, le sigue echando la culpa a López de la extinción del PRD.
No se vale, mi Claudio, que le quites a tu banda la posibilidad de seguir armándola de tos, un dos tres, patada y coz.
Además, es contradictorio que por un lado el eterno mirrey reconozca todo esto y que al mismo tiempo no corra a patadas a los artífices en buena medida de esta penosa catástrofe electoral, Maxititito, Alititito, Markititito y Zambranititito. Con esos resultados tan guangos, ya los hubieran corrido de cualquier Costco, y todavía alega que son un pilar de la democracia e indispensables para la construcción de un frente amplio derechairístico. Esto sí me supera: que a pesar de todo el desastre mantenga en la nómina a políticos, intelecuáles y comunicadores que le fallaron en 2018 y ahora en 2024. Aunque le tome más tiempo, podría empezar a construir una nueva derecha con gente más fresquita, menos maleada, menos quemada y por supuesto con un poquito más de inteligencia emocional. Digo, que les agradezca el éxito no obtenido, pero que ya los corra; ni que fueran a perpetuidad como la pensión de María Amparito Casar.
¿Es neta que no hay de otros?
O, para ahorrarse la fatiga, mi Claudio es muy capaz de treparse en la filosofía fosfo-fosfo y ponerse a bailar como Máynez.