A lo mejor la idea era conformarle una cortina de denso humo a las inversiones multimillonarias que Amazon hará en México (que le ponen un estaquieto a quienes desde la ultraderecha afirman que esto es el apocalipshit, además de una dictadura), pero de pronto reapareció el expresichente Jelipillo a declarar cosas un poquito maniaconas en los medios donde nunca lo cuestionan ni por equivocación: primero dice sin temor al qué dirán, que en materia de seguridad volvería a hacer la misma narcoguerra (lo cual significa que volvería a colocar a su compita del alma, García Luna Productions, gran colaborador del Cártel de Sinaloa); segundo, comienza a elaborar lo que podría pensarse que es un extraño reconocimiento a la presidenta Sheibaum, en principio porque, según él, no es tan beligerante como AMLO, y porque sus políticas no son tan perniciosas como las de su antecesor, y luego hace un llamado a que la oposición se aliviane 8 km con sus crudas críticas, lo cual hace pensar que Caldedrunk ya se dio cuenta de que esto va pa’ largo y que lo mejor es pasar el trago amargo; y tercero, cuenta, casi con lágrimas en los ojos, que le quitaron la pensión como a Salinas de Gortari y tiene que trabajar (claro, vendiendo tiempos compartidos en Iberdrola). Sí, por eso viven en la pobreza más franciscana, los dos, junto a mi licenciado Peña (ese que andaba en Egipto disfrutando lo atracado con su ropita de campaña, sintiéndose Lawrence de Arabia) pueden vivir en Madrid en la opulencia con su visa dorada, como si fueran de la realeza española y los hubiera pintado Goya desnudos cual majas.
Lo de Calderón es una muestra de que los derechairos están deprimidos y se dan cuenta de que merced a sus prejuicios, berrinches, falta de inteligencia emocional, clasismo, voracidad, intolerancia, racismo y demás maravillas de la naturaleza conservas en almíbar, la van a tener muy complicada todo el sexenio. Así que, para no encontrarle ruido al chicharrón, se están autoterapeando para encontrar resignación o para darse un curso de autoayuda y superación personal como el que les quiere aplicar a sus contlapaches de la derecha mi Tatankita Lorenzo Córdova. Lo malo es que con su aspecto de Loret Montajes desaliñado, ojeroso, triste, cansado y sin ilusiones, lo único que consigue el ex mero mero del INE es deprimir a la banda. Y luego sus conceptos, qué es eso de que hay que hacer “pedagogía pública”, suena tan furris como la defensa que hace la Dresser de su misoginia.