La jabalina es una lanza arrojadiza con la que los cazadores prehistóricos cazaban un ñu o un ñandú y, siglos después, pasó a ser parte del material de trabajo de guerreros y caballeros y, de este lado del mundo, de aztecas y apaches y, en medio de los dos mundos, la jabalina era el arpón del capitán Ahab.
El trabajo que se hacía con la jabalina era el de matar al otro, que bien podía ser Moby Dick, un ñu o un semejante, pero hoy, quien lanza la jabalina es porque está participando en una competición deportiva y lo que quiere matar, normalmente, es el récord olímpico. El arma asesina se metamorfoseó en instrumento deportivo, ahí tenemos, en toda su plenitud, la grandeza de la cultura humana.
Pero hete aquí que en el año 2007, en un campeonato de atletismo que se llama Golden League, en Roma, el atleta Tero Pitkamaki, lanzador finlandés de jabalina, arrojó su herramienta de trabajo con tal fuerza, y tino, que fue a clavarse en el esternón de Salim Sdiri, saltador de longitud francés, que se preparaba, a más de ochenta metros de distancia, para ejecutar un salto ganador y consagratorio. Pitkamani resignificó la jabalina, le regresó su poderío bélico a expensas del pobre saltador francés, que tardó meses en recuperarse de tan artero jabalinazo.
Pero lo de Pitkamaki no fue, para nada, original pues Juha Laukkanen, otro lanzador de jabalina, ¡también finlandés!, le clavó su instrumento de trabajo, en un brazo, al juez que juzgaba su lanzamiento en una competición en Oslo, en el año 1994 y, por si esto fuera poco, cuatro años más tarde, en 1998, en Riederich, Alemania, el mismo Juha le clavó a otro juez su jabalina en la barriga.
Las hazañas de estos dos cazadores olímpicos está en Youtube, para quien quiera comprobar lo que estoy contando aquí.
La historia de estos tres arteros jabalinazos añadirán suspense, y terror, en estas Olimpiadas, en el momento en que el atleta agarre vuelo para el lanzamiento y nosotros, sabedores de que a veces a la jabalina le da por regresar a sus orígenes, contemplemos su carrera con el Jesús en la boca.