El primer borracho del mundo

Ciudad de México /
La Biblia relatala experiencia de Noé con el vino. Shutterstock

La primera cata de vinos de la historia terminó con un episodio vergonzoso. Después del diluvio universal, una vez que se evaporaron las aguas que cubrían al mundo, Noé plantó el primer viñedo y, en cuanto experimentó con los primeros frutos, hizo una nota mental que consigna la Biblia: “Es dulce, ya se lo coma fresco o seco, y produce vino para alegrar el corazón del hombre”. Noé se puso a catar ese caldo primigenio y en lo que trataba de establecer el horizonte de aquella alegría del corazón, se embriagó de una manera literalmente bíblica.

Es Noé el primer borracho de nuestra especie. Pero en la borrachera le dio por desnudarse (como a Quetzalcóatl, lo cual ya establece un patrón) y así lo hallaron sus hijos, tirado en el suelo con sus vergüenzas al aire, que inmediatamente taparon con una mantita de la lana de las ovejas que viajaban en el arca bíblica. Luego vinieron las lamentaciones, el arrepentimiento, el malestar físico, la tembladera y la sensación general de que había sido atropellado por su propia arca y esto, me parece, convierte a Noé, también, en el primer hombre crudo de la historia. No estoy inventando nada, todo está escrito en el Génesis y en el Midrash Tanhuma, la colección de comentarios, del judaísmo rabínico, sobre el Pentateuco. 

Cuando estaba Noé plantando las vides originarias llegó Samael, el ángel caído, para aconsejarle que abonara la tierra con los cadáveres de un cordero, de un león, de un cerdo y de un mono. La idea era enriquecer el suelo que, como sabe cualquier enólogo, determina la prestancia de la vid y la calidad de la uva. Estamos hablando aquí del viñedo originario, del que vienen todos los demás viñedos, que determinó, desde entonces, la forma en que nos afecta el vino: del cordero nos viene la paz beatífica de la primera copa; del león esa criatura brava que sale después de una botella; más allá de la primera botella brota el desaliño integral que inspira el cerdo y, todavía más allá, florece el detritus del mono, que lleva milenios en la savia de las vides, y que hace al desenfrenado perder el juicio, quitarse la ropa y blasfemar contra Dios. 

  • Jordi Soler
  • Es escritor y poeta mexicano (16 de diciembre de 1963), fue productor y locutor de radio a finales del siglo XX; Vive en la ciudad de Barcelona desde 2003. Es autor de libros como Los rojos de ultramar, Usos rudimentarios de la selva y Los hijos del volcán. Publica los lunes su columna Melancolía de la Resistencia.
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