Se ha logrado la bíblica multiplicación de los paces y los penes (valga la errata). Me referiré solamente a políticos, politicastras y mandamases norteamericanos y mexicas, pero no excluyo que el fenómeno tenga ejemplos en Tailandia, Turquía y allende la Tarahumara. Se trata del enternecedor cambio radical de discursos, descaros y descartes (ahora registrados en video cuando antiguamente sólo eran giros verbales casi sin huella salvo en tinta) donde una funcionaria se desdice, un burócrata se contradice, a un amanuense se le traba la lengua y una secretaria de Estado feminista se ve contenta apoyando a un macho acusado de violación. Hace tres Doritos la misma secretaria daba alaridos por condenar al mismo macho, el amanuense pergeñaba textos en abono de lo que ahora abomina, el burócrata anónimo sellaba documentos en políticas públicas que ahora están canceladas y la funcionaria juraba la inexistencia de las evidencias que ahora cacarea como capturas de su propia inteligencia.
Vivimos el desfile de bueyes que sin alterar las facciones de sus caras justifican gazapos antiguamente criminales y la recua de mulas que en ambos idiomas o más dialectos diversos salivan sin cesar la justificación de lo que llanamente son mentiras. En esa danza del desdoblamiento mujeres y hombres se encarnan literalmente en Dos Caras (otrora enemigo de Batman) pero gracias a un sutil sortilegio fisionómico existencial sus dos caras ya convertidas en cuatro cobran una dimensión exponencial y ya andamos metidos en el fango de una era de mil máscaras (no confundir con el otrora aliado del Santo luchador y del invencible Blue Demon).
De los convertidos en invertidos, de los negacionistas de sus propios exabruptos jamás escucharemos que se trata de un sincero propósito de enmienda, penitencia personal o iluminación correctora. Aferrados a estancar por un tiempo sus nuevos parlamentos, estos parlamentarios son capaces de aligerar la peligrosidad de sus autoritarias decisiones draconianas y negar abruptamente cualesquier tipo de evidencias que demuestren lo contrario. En fin, que vivimos ya el imperio de la Mentira con mayúscula y yo me pregunto cómo le hacen ante el espejo: con tanta labia ¿cómo se aplican bilé?, con mirada tan estrábica y bizca ¿cómo le atinan al delineador y a la pestaña postiza? Y con tan poca madre… ¿cómo carajos podríamos desheredarlos de esta bendita Tierra?