El 16 de abril de 2024, Miguel Cortés Miranda, de 40 años, químico bacteriólogo parasitólogo, egresado de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional, entró a la habitación de una menor de 17 años, a quien, después de violarla, la apuñaló para finalmente acabar con su vida estrangulándola.
La madre de la víctima, Cassandra, intentó detener la agresión, pero resultó malherida ante las embestidas de Cortés Miranda, quien portaba el puñal con el que había herido mortalmente a la adolescente.
Cuando la policía registró el departamento del hombre –quien rentaba en el piso de arriba del apartamento de la señora Cassandra y sus dos hijas—, encontró 20 restos humanos, cinco cráneos humanos, celulares y credenciales, entre otras evidencias que apuntaban a un número mayor de víctimas, todas mujeres, por lo que fue enviado al Reclusorio Oriente.
El 13 de abril, en circunstancias más que misteriosas, el asesino murió dentro de las instalaciones del presidio. Inicialmente, las autoridades indicaron que un paro cardiorrespiratorio acabó con la vida del verdugo de mujeres.
Sin embargo, días después, al conocerse los resultados de la autopsia, los reportes señalan que el señor Cortés murió por traumatismo craneoencefálico.
La de Cortés Miranda no es la única muerte en prisión rodeada de “extrañas circunstancias”.
El 11 de diciembre de 2007, el asesino serial José Luis Calva Zepeda, apodado El Caníbal de la Guerrero, se suicidó con un cinturón en el interior de su celda del Reclusorio Oriente. Por reglamento, accesorios de vestir como son los cinturones están prohibidos en la prisión.
La hermana de Calva Zepeda señaló que el cuerpo de su familiar mostraba rastros de tortura y de abuso sexual. La autopsia del hombre, de acuerdo con las autoridades, arrojó que murió bajo los efectos de la cocaína. Los funcionarios del reclusorio tampoco explicaron cómo los internos pueden conseguir drogas dentro del reclusorio.
El 13 de febrero de 2025, Deise Moura dos Anjos, de 42 años, fue encontrada muerta en su celda de una prisión de Brasil. Dos Anjos fue acusada de envenenar un pastel de Navidad que sirvió a varios miembros de su familia, causando tres muertes. Posteriormente se descubrió que el postre había sido envenenado con arsénico.