Carlos Montemayor, autor de la novela Guerra en el Paraíso (FCE, 1991) sobre la guerrilla de los años sesenta y setenta en Guerrero, fue implacable crítico del poder. Por eso, es una infamia utilizar su nombre para lisonjear a Hugo López-Gatell, a quien el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y la Secretaría de Cultura de Chihuahua otorgaron el Premio Carlos Montemayor “por su compromiso por un cambio social”.
El premio, dijo el matasanos, orgulloso integrante de la escuela de cínicos radicales de la 4T: “Nos compromete a buscar siempre la verdad, cultivar la dignidad humana y seguir luchando por una sociedad más justa”.
Si Montemayor viviera, si pudiera protestar, nadie se atrevería a usarlo como membrete para “honrar”a un personaje de tan cuarteado prestigio, quien abjuró de la ciencia para conchabarse con la política. López-Gatell habla de “buscar siempre la verdad”, pero los políticos como él son propensos a las más descabelladas ficciones para construir una chapucera versión de los hechos, ahí están sus acciones y palabras durante la pandemia para probarlo, ahí están más de 800 mil muertos en el cuadro de honor de su ineptitud y soberbia.
En un ensayo publicado en 2009, Montemayor, quien se opuso al bloqueo en Reforma en 2006 y por eso se distanció de López Obrador, reflexionó sobre cómo todos los políticos buscan imponer su visión de la realidad; sus palabras, piensa el cartujo, parecen escritas para el México de hoy: “Todo lo que no coincida con la versión oficial se toma como agresión, impugnación, crítica desmedida, infundada o ingenua. Todo sistema gubernamental, todo grupo en el poder, descalifica a quien se atreva a cuestionarlo. Para el poder son enemigos e incluso criminales en potencia. Esa actitud permanente de subestimar al que impugna, al que no piensa como nosotros o nos cuestiona, muestra la actividad del hombre político no como acción pura, sino como una peligrosa y dañina labor de ficción y riesgoso encubrimiento”. Una acción peligrosa y dañina como la de Don Gatell y su pandilla durante los años terribles de la pandemia y también ahora.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.