Un aficionado de las Chivas bien podría afirmar: “Le ganamos al Santos en su casa pero con mi gente”.
Así de irónica es la realidad final y fatal que el Santos ofrece.
Las Chivas cerraron la temporada en la casa lagunera pero al lado de gente entusiasta vestida de rojo y blanco, y gritando con fervor su coro de batalla.
Eso le faltaba al torneo actual de Santos. Que el rival viniera y se burlara de él hasta con los humillantes “oles” provenientes de sus fieles seguidores en ciertos momentos del partido.
Lo que jamás pudimos haber pensado que podía suceder, aconteció en el último adiós de este pobre y raquítico equipo lagunero.
Se comprende que la visita, cualquiera que sea y donde sea, pueda hacer un digno partido; y ganar bien.
Pero que los fervorosos gritos sean de aficionados que seguramente radican en esta región y se esmeren por vitorear la actuación de su entrañable equipo nacional, eso aparte de doler, es para que la institución lagunera retome el mensaje como último aviso.
No hay más que añadir porque los encargados saben de qué se trata.
Los avisos de los resultados y los gritos victoriosos de la afición visitante, son suficiente mensaje para tener que modificar de esencia la filosofía de actuación institucional del equipo verde vertical; porque hasta eso le modificaron; ya no es horizontal.
La afición visitante se sintió tan cómoda que hizo suyo lo que bien le pareció sin provocar daño a nadie porque el daño a Santos se lo causa el propio Santos.
Esta es la clave; la incomodidad se genera en casa: La visita sólo aprovecha las facilidades que le regalan.
Duele y con tristeza que alguien venga casi a burlarse, en buena lid, de lo que es la cruda e incómoda realidad de este descuidado Santos.
Por eso, “En tu casa pero con mi gente” es el resumen de varias decisiones.