Recibir al último lugar de la tabla general, al que no ha ganado en el torneo, es señal y orden de ganar.
No concebirlo de esa manera sería una falta de sensibilidad inmensa que no ayuda a pensar bien del Santos.
Al Necaxa se le gana o se le gana, sea como sea. Eduardo Fentanes podrá conocer mucho a los jugadores verdes pero no es ni motivo ni causa para que los laguneros sucumban.
No derrotar a los de Aguascalientes sería la señal fatal para ya no esperar nada de este Santos.
Se trata de ganar; el empate no cabe en la ecuación.
Reppeto tiene la obligación de hacer que sus dirigidos se comporten como se supone que deben hacer porque en esta jornada, sólo el Santos recibe al último de la tabla general.
Cada partido ofrece novedades distintas, insospechadas, algo fuera de control.
Pero la urgencia por tener que ganar, la misma que los Rayos tienen, debe ser el impulso necesario para obligarse a que los tres puntos permanezcan en casa.
Los conceptos de buena voluntad para ver que el triunfo sea casero no son suficientes para imponer la ley.
¿El entrenador local tiene contemplado algún cambio importante en su alineación inicial? ¿Existe en el plantel el jugador adecuado para darle vuelta a la página? ¿Qué necesitan hacer ellos, todos, para que esto cambie de rumbo?
Las respuestas están a la vista, son obvias pero ejecutar las maravillas que el cambio solicita no es fácil porque siempre hay alguien enfrente que se va a oponer.
¿La afición hasta dónde está interesada en que esto cambie para bien? Sinceramente la respuesta no se palpa clara porque el equipo ha hecho que mucho se pierda.
Triste es decirlo, escribirlo, pero se detecta desánimo en el ambiente.
Es lo que hay y los responsables de modificar la situación son los actores no los aficionados.
Jornada propicia para ganar; no hay duda. Esperemos que lo previsto se obtenga y que aparezcan las suficientes virtudes y energías para vencer.
Lo demás será excusa no válida.