Desde la era de Ernesto Zedillo, México ha mantenido finanzas públicas sanas. Todos sus sucesores han tenido el mérito de la disciplina fiscal. Unos más, otros menos; pero lo cierto es que desde entonces nuestro país está en el mapa de las inversiones globales y cuenta con grado de inversión gracias a nuestros fundamentales.
También es cierto que desde entonces hemos pasado por múltiples episodios de crisis, cracks bursátiles y devaluaciones. La transición de Salinas a Zedillo fue la más complicada porque pasamos del absurdo de mantener un tipo de cambio fijo, financiado por el banco central e innumerables recursos públicos, a tener un tipo de cambio flotante, como debe ser. Entonces la devaluación fue de ciento por ciento. La paridad pasó de 3.50 a 7 pesos por dólar. Pero a partir de ahí y hasta la fecha, nuestro régimen de cambios es flotante, es decir, el valor de nuestra moneda es el resultado de la oferta y la demanda. Insisto, como debe ser.
Después vinieron episodios complicados: la crisis del dot com, con todo ese auge, y luego la caída y desaparición de sitios de internet que subían por “saliva”. Más adelante, la crisis hipotecaria en EU, el primer triunfo de Donald Trump, y —la más reciente— la pandemia.
En todos estos episodios, Banxico utilizó reservas para estabilizar el mercado de cambios. Vimos llegar el tipo de cambio a 25 pesos por dólar; mucho tiempo estuvo en 22 y mucho más tiempo estuvo en torno a 20. El resultado de esta intervención del banco central fue nulo. Gastar reservas con el propósito de enfriar la salida de capitales demostró ser inútil. Me acuerdo de esta frase de “no tratar de enfriar una alberca con una cubeta de hielos”. Y es que eso es: la fuerza del mercado es mucho mayor que nuestras reservas, por lo que considero inútil gastarlas en ese objetivo. No sirve, no funciona y no tiene caso.
Señalo esto porque ante la volatilidad provocada por las posibles reformas —que sí son preocupantes—, el dólar está apenas a 18.50. Y digo “apenas” porque ha estado mucho más caro y no pasa nada si se va a 20. Es más, habrá sectores más beneficiados que cuando estaba abajo de 17.
Mucho qué reflexionar, pero sí, el origen de esta volatilidad es una legítima preocupación. Si van a hacer las reformas, deben asumir las consecuencias de corto y largo plazos y no gastar las reservas en algo que no va a ayudar. Banxico debe mantener su autonomía y entenderlo. Además, debe continuar con su proceso de baja de tasa a finales de este mes para volver a bajar 0.25 por ciento.