Quedan menos de dos meses para que termine el gobierno de López Obrador y uno de sus principales objetivos está en riesgo: que al final de su sexenio el peso esté más fuerte frente al dólar que al inicio.
Es conocida la obsesión del Presidente con el tipo de cambio. Es su variable macroeconómica favorita. A lo largo de su administración ha citado la fortaleza del peso como prueba del bienestar macroeconómico del país. Para López Obrador, entre más se aprecie el peso mejor.
Dejar el poder con un peso más valioso frente al dólar que al inicio será un hito que ningún presidente de México ha conseguido en los últimos 80 años. López Obrador está cerca. El día que asumió la presidencia el tipo de cambio se ubicaba en $20.3 por dólar. Al cierre de ayer estaba en $19.19, lo que significa que aún tiene un colchón para que su sueño se cumpla, aunque este es mucho menor que hace un par de meses, cuando un dólar costaba menos de 17 pesos.
López Obrador se formó políticamente en un contexto de grandes devaluaciones y crisis económicas. Para él, un peso débil equivale a una economía débil. Sin embargo, que el tipo de cambio esté más bajo de cuando empezó no significa, en sí mismo, algo positivo para México. En estos seis años, nuestra inflación ha sido mayor a la de EU, lo que implica que la estabilidad del peso ha venido a expensas de una pérdida de competitividad de nuestra moneda. Solo pregúnteles a nuestros exportadores.
Recientemente, el pesó se ha devaluado. El lunes cerró en su peor nivel desde principios de 2023 (durante el día rompió la barrera de los 20). Esto no implica que sea culpa de López Obrador, al igual que tampoco es mérito suyo siempre que se aprecia. Habrá quienes argumenten que la caída se debe al riesgo de las reformas para desaparecer organismos autónomos y elegir a jueces por voto popular que está a punto de aprobar su gobierno. Difiero.
El principal factor detrás de la reciente devaluación es la corrección que han sufrido los mercados financieros a raíz del último reporte de desempleo de Estados Unidos, el cual salió más débil de lo esperado y provocó que los principales índices accionarios de EU se desplomaran (aunque se han recuperado desde entonces). El temor es que un mercado laboral flojo pueda ser un preludio de una recesión económica.
Mientras que esta posibilidad puede provocar una reducción en la tasa de la Fed, lo que será positivo para el peso, el espectro de una recesión en EU más que compensaría cualquier beneficio. Otro factor que puede afectar negativamente al peso en el corto plazo es si Banxico decide reducir su tasa de referencia.
El comportamiento del tipo de cambio durante el resto del mandato de López Obrador dependerá en gran medida de factores externos. No es imposible que la turbulencia disminuya en las próximas semanas y que el Presidente alcance su objetivo de dejar al peso más fuerte de como lo encontró. Veremos.