El declive del capitalismo consciente: ASG y DEI en retirada

Ciudad de México /

En los últimos años, EU puso de moda en el mundo, incluido México, un movimiento que busca incorporar criterios ASG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) y DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) en la forma en que operan empresas, gobierno e inversionistas. Estos principios, pilares del llamado “capitalismo consciente”, fueron adoptados con entusiasmo bajo la premisa de que es posible hacer el bien y, al mismo tiempo, obtener buenos resultados económicos. Ahora se están poniendo en duda y revirtiendo.

Durante la administración de Biden, el movimiento se fortaleció. Prestigiosas firmas como Amazon, Google y Walmart se posicionaron como grandes defensoras de ASG y DEI. Tengo dudas sobre qué tan genuino fue el compromiso de muchas empresas e inversionistas. Estoy seguro de que varios adoptaron estas políticas no por convicción, sino porque era el mensaje que los consumidores querían escuchar. En otras palabras, más que una transformación real, fue una estrategia de marketing. El greenwashing—proyectar una imagen de sustentabilidad y responsabilidad social sin sustento—se volvió una práctica común. Aun así, el capitalismo consciente dominaba la narrativa empresarial y política.

Los tiempos han cambiado. La popularidad de ASG y DEI se ha desplomado y un movimiento de rechazo, impulsado por la derecha estadunidense, ha ganado fuerza. Trump ha sido un factor clave en este giro. Pero el punto de inflexión para DEI ocurrió en junio de 2023, cuando la Corte de EU prohibió el uso de preferencias raciales en las admisiones universitarias, argumentando que eran discriminatorias.

Esta decisión abrió la puerta para que grupos conservadores atacaran a empresas que aplican programas DEI, bajo el argumento de que promueven una “discriminación inversa”, en la que el desempeño individual queda relegado en favor de cuotas de diversidad. El propio Trump se comprometió a desaparecer DEI de la vida pública y empresarial, y propuso una sociedad “ciega al color [de la piel] y basada en el mérito”. Como resultado, muchas de las empresas que antes defendían estas políticas han comenzado a desmantelarlas discretamente. 

Del lado ecológico, el cambio de rumbo empezó incluso antes. Los fondos de inversión con criterios ASG perdieron credibilidad en 2021, cuando se hizo evidente que muchos de ellos abusaban del sello “verde” para cobrar comisiones excesivas sin ofrecer rendimientos superiores. Inversionistas y legisladores cuestionaron si estos fondos realmente cumplían con su objetivo o si, por el contrario, actuaban en perjuicio de los accionistas. Empresas que antes promovían estas estrategias, como BlackRock, han dado un paso atrás.

¿Qué efectos tendrá todo esto en nuestro país? México siguió a Estados Unidos en la adopción —al menos en apariencia— del capitalismo consciente. Mi impresión es que ahora, con el tiempo, volveremos a seguir sus pasos en sentido contrario


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