El dinero importó más que la salud

Ciudad de México /

Si algo quedó claro en las pasadas elecciones presidenciales es que los mexicanos valoran mucho tener dinero en la bolsa. Pese a profundas deficiencias en el sistema de salud, importantes retrocesos en la educación pública y graves problemas de inseguridad en el país, el partido en el poder aplastó a la oposición. Una de las principales razones fue que la gente recibe mucho más dinero en efectivo por parte del gobierno que en el pasado. 

Hace sentido. La gente prefiere gastar dinero a que el gobierno lo gaste por ella. Tiene más confianza (y, en gran medida, con razón) que podrá darle un mejor uso. Dada la extensiva corrupción que históricamente ha afectado a nuestro país, teme que vaya a estar mal utilizado (de nuevo, con cierta razón). Además, poder usarlo directamente le da una enorme flexibilidad a la gente. Así como puede asignarlo para resolver un problema de salud, también lo puede destinar para comprar ropa o para ahorrar. 

López Obrador (ya sea por cálculo político o por convicción) se percató de que, para la ciudadanía, el efectivo era más importante que la salud, la educación y la seguridad, y orientó sus políticas sociales en este sentido. Uno de sus programas más emblemáticos fue la Pensión para Adultos Mayores, el cual otorga dinero sin restricciones a los mexicanos con 65 o más años. Durante su gobierno, el monto que se reparte por este concepto más que se quintuplicó para llegar a 6 mil pesos al bimestre. Este año se estima que se destinen más de 450 mil millones de pesos a este programa (cerca de la mitad del presupuesto del sector salud). De este tamaño es el dinero en efectivo que está repartiendo el Presidente, y ni siquiera incluye el que se distribuye a través de otros programas (ni el que se dice que se utilizó para ganar votos en la elección).

Ahora bien, que a la gente le guste recibir efectivo no significa que el gobierno puede descuidar sus responsabilidades en otros frentes. Tiene que atender necesidades que incluso la propia gente quizá no valora como debe. La educación es un buen ejemplo. Aunque quizá los efectos de una menor inversión pública en educación no son tan perceptibles en el corto plazo, su impacto en las generaciones futuras puede ser muy negativo. También está el tema del presupuesto. Seguir aumentando las transferencias de efectivo a la gente puede complicar mucho las finanzas públicas.

Veremos si Sheinbaum sigue la misma receta. Por lo pronto, ya dijo que piensa bajar de 65 a 60 años la edad para que las mujeres obtengan la Pensión para Adultos Mayores. Habrá que ver también si piensa continuar con el mismo ritmo de aumentos en los montos de reparto de efectivo que impulsó López Obrador durante su gobierno. Lo veo complicado. No hay de dónde.

La elección mostró que, para los votantes, cash was king. No solo aporta importantes beneficios, sino que permite distraer a la gente de deficiencias en otros frentes. El presidente López Obrador se dio cuenta y su partido se lo debe agradecer.


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