Críticos del Presidente continúan sosteniendo que la estrepitosa derrota del 2 de junio se debió a un fraude masivo. Increíble. Con una diferencia de casi 20 millones de votos entre Sheinbaum y Gálvez, resulta una negación brutal mantener un argumento así. Lo cierto es que la oposición subestimó a López Obrador en las elecciones y lo continúa haciendo ahora.
Muchos argumentaron que la consistente popularidad del Presidente mostrada por las encuestas a lo largo de los años de su gobierno era un espejismo. No creyeron que la mayoría de la gente se mantuviera fiel aun cuando el país, según ellos, estaba al borde del colapso. Algunas variables, como la fuerte inseguridad en buena parte del país y la reducida cobertura de salud, parecían darles la razón. Sin embargo, la oposición subestimó la conexión de López Obrador con la gente, así como varios de sus logros, en particular en lo que respecta a la economía.
Apoyos sociales sin precedente, un fuerte aumento al salario mínimo, buen crecimiento del PIB, desempleo bajo, inversión extranjera récord, reservas internacionales en máximos históricos y una de las monedas con mejor desempeño frente al dólar son algunos de los indicadores que la oposición no les dio el peso que debía.
Es obvio que lo positivo opacó a lo negativo para la mayoría de los mexicanos, como se reflejó en las urnas. Aún entonces, la oposición subestimó la popularidad del Presidente. Hubo quienes genuinamente pensaron que su candidata iba a ganar. De ese tamaño la ingenuidad. Incluso se subestimó su capacidad de operar políticamente a favor de Sheinbaum (muchos sostienen que de manera ilegal) a través de la mañanera y los programas sociales.
La postura más fácil siempre fue menospreciar al Presidente y pensar que todo estaba mal. De esta manera no había necesidad para la oposición de hacer un profundo examen de consciencia de sus errores cuando gobernaron ni de formular propuestas que incorporaran los aciertos de esta administración. Todavía no parece entender por qué varias de las políticas de López Obrador han sido tan populares. Al no darle el reconocimiento que se merece (sin dejar de criticarlo por sus múltiples errores), la oposición parece desconectada de la realidad de muchos mexicanos. Seguro no entienden cómo, a pocos meses de dejar el poder, dos terceras partes de la población aprueba su gestión, según una encuesta que se dio a conocer esta semana.
López Obrador, por su parte, nunca subestimó a sus contrincantes y actuó con contundencia ante cualquier indicio de que estaban ganando tracción, por pequeña que fuera. Esta es sin duda una gran lección no solo para la política sino en la vida en general.
Ante su aplastante derrota, la oposición tiene una excelente oportunidad para reconsiderar su postura, empezando por darle crédito al Presidente. Sería un grave error mantener su misma estrategia fallida con Sheinbaum.