La decisión del Banco de México de reducir su tasa de referencia generó sorpresa y molestia. ¿Tienen razón los críticos?
Lo cierto es que Banxico enfrentó un complicado dilema: mantener la tasa para combatir la inflación o bajarla para revitalizar una economía que muestra señales de debilidad. En una votación dividida de 3 a 2, el banco optó por la segunda opción y yo concuerdo con esta postura.
Quienes reprochan la decisión sostienen que el banco central renunció a su mandato de estabilidad de precios, poniendo en riesgo su credibilidad. Algo hay de cierto en este argumento. La inflación ha repuntado en los últimos meses y en julio alcanzó su nivel más alto en más de un año. Además, el propio Banxico revisó al alza sus expectativas para los próximos trimestres. Por si fuera poco, los mercados financieros estuvieron particularmente turbulentos y el peso sufrió una fuerte depreciación en los días previos a la junta del banco. No es fácil justificar una baja de tasas bajo este contexto.
Sin embargo, hay razones de peso que respaldan la postura de Banxico. Arriba de la lista está apuntalar una economía en plena desaceleración. Un periodo prolongado de tasas elevadas como el que hemos tenido ha contribuido a esta situación, al igual que una mayor debilidad en la economía de Estados Unidos. El peligro de caer en una recesión, aunque sigue bajo, ha aumentado. Atrás de la decisión de Banxico está un cálculo implícito de que el costo de permitir que la recesión se materialice es mayor que el de tardar un poco más en colocar la inflación en su rango objetivo.
Otro argumento a favor es la tendencia a la baja de la inflación subyacente: una variante que excluye componentes volátiles y que muchos consideran un mejor termómetro que la inflación general. No hay que olvidar además que Banxico cuenta con un amplio campo de maniobra. Con todo y la baja en la tasa de la semana pasada (la cual fue de apenas 0.25%) y el aumento reciente en la inflación general, la tasa de interés real en nuestro país sigue siendo una de las más elevadas entre economías similares y el diferencial de tasas con EU continúa siendo muy alto. Además, la Fed ya dio señales de que pronto bajará su tasa.
Personalmente, creo que Banxico no se equivocó y debo de admitir que me llama la atención la reacción tan virulenta de muchos opositores, incluida la de uno de los subgobernadores que votó en contra de bajar tasas.
Hasta ahora, a pesar de las predicciones pesimistas de los opositores, la reacción inicial del mercado ha sido positiva. En lugar de depreciarse, como muchos “expertos” lo anticipaban, el peso se apreció tras la decisión y hoy está más fuerte que antes de la reducción de tasa. El mensaje es claro: los inversionistas valoraron más una economía fuerte que una inflación baja. Pero hay que esperar. Las secuelas de esta decisión tomarán tiempo en materializarse. Ya veremos si los datos futuros de inflación y del PIB validan o reprueban la decisión de Banxico.