Títulos que uno gusta de repetirse, por el mero placer de hacerlo; títulos que le vienen a uno porque sí, como si fueran un verso o un pasaje literario. Por ejemplo en títulos de una sola palabra me digo “Lascas” de Salvador Díaz Mirón, “Tarumba” de Jaime Sabines, Lupercal de Ted Hughes. En títulos que son al tiempo un verso: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” de Cesare Pavese.
Me encanta decirme el título De los remedios de cualquier fortuna de Séneca/Quevedo. El título “La desordenada codicia de los bienes ajenos” de Carlos García. Laberinto de Fortuna de Juan de Mena.
“6, 7 poemas” de Carlos Pellicer.
De títulos con “y”: “The Ring and the Book” de Robert Browning. De títulos con “o”: Alexis o el tratado del inútil combate de Marguerite Yourcenar. Con “cómo”: “Cómo retrasar la aparición de las hormigas” de José Carlos Becerra.
De Paul Celan casi todos sus títulos: “Amapola y memoria”, “La rosa de nadie”, “Parte de nieve”, “La arena de las urnas”. Pero lamento que no tituló uno con una imagen que viene en uno de sus poemas y añado entonces: “La luna demolida”.
“Lastima”, me digo, “que ya no puedan ponerse títulos así”; y me redigo: “Cancionero de la vida honda y la emoción fugitiva” de Francisco A. de Icaza.
De Diego de Torres Villarroel festino en sus títulos: “Los desahuciados del mundo” y de la gloria: “Sueño místico, moral y físico, útil para cuantos desean morir bien y conocer las debilidades de la naturaleza.”/ “Correo del otro mundo y cartas respondidas a los muertos.” / “Barca de Aqueronte”, “Residencia infernal de Plutón: Sueño moral trasladado desde la fantasía al papel.”/ “Sacudimiento de mentecatos habidos y por haber.”/ Incluso su autobiografía titulada bajo el escueto “Vida” corre en realidad como “Vida, ascendencia, nacimiento, crianza y aventuras” del Doctor Don Diego de Torres Villarroel, catedrático de prima de Matemáticas en la Universidad de Salamanca.
Al cierre de este 2024, el título que con más gusto me repito: “Refranes que dicen las viejas tras el fuego” del Marqués de Santillana.