Pequeño gran libro El zorro y el cuervo. Diez versiones de una famosa fábula (Alianza, 1995) de Carlos García Gual, quien dice en el prólogo que la fábula es sobre todo un arte de la variación. En efecto “Variaciones sobre el tema” es el título que dio James Thurber a las suyas sobre esta fábula. Van tres tomadas de Collected Fables (Harper, 2019).
I. Luego de todas sus lisonjas la zorra no podía hallar el halago exacto para que el cuervo en el árbol dejara caer el queso de su pico. De pronto el cuervo le tiró el queso a la zorra atónita. Justo en eso apareció el granjero de cuya cocina habían robado el queso; llevaba un rifle en busca del ladrón. La zorra se dio la vuelta y corrió hacia los bosques. “Ahí va un culpable hijo de la zorrería” gritó el cuervo quien, en caso de que no lo sepan, puede ver mejor que nadie y a mayor distancia el destello de la luz solar sobre un rifle.
II. Esta vez la zorra se quedó quieta y sin correr cuando apareció el granjero con su rifle y en busca del ladrón. “Las marcas de dientes en el queso son mías”, dijo la zorra, “pero las marcas del pico son del verdadero culpable allá arriba en el árbol. Presento este queso como Documento Probatorio A, y les deseo a usted y al criminal que tengan un buen día”. Prendió un cigarro, dio la vuelta y se fue.
III. En la antigua tradición, el cuervo en el árbol empezó a cantar y el queso cayó en el regazo de la zorra. “Cantas como una pala”, le dijo el cuervo sonriendo, pero el cuervo fingió no oírlo y dio un grito: “Rápido, regrésame el queso porque ahí viene el granjero con su rifle”. “¿Y por qué voy a regresarte el queso?” alegó la astuta zorra. “Porque el granjero tiene un rifle, y yo puedo volar más rápido de lo que tú corres”. Así que la asustada zorra de vuelta le echó el queso al cuervo, quien se lo comió y dijo: “Queridita, ¿mis ojos me hacen una jugarreta o te estoy haciendo una jugarreta a ti? ¿Qué opinas?” Pero no hubo respuesta porque la zorra ya se había escabullido entre los bosques.