Hace algunos días se celebró “El Día Internacional de la Felicidad”. Antiguamente se pensaba que la felicidad era cuestión de suerte, de razas e incluso de clases sociales.
Sin embargo, con el paso de los años nos fuimos dando cuenta que la felicidad radica en la actitud y, sobre todo, en darle valor a las cosas de manera que impacte de forma positiva en nuestro día a día.
Un dato interesante es que entre los países más felices del mundo, según una reciente encuesta realizada a nivel internacional por National Geographic, se encuentran:
Finlandia, Dinamarca, Islandia, Suecia, Israel, Países Bajos, Noruega, Luxemburgo, Suiza y Australia.
En este mismo ranking se menciona textualmente: “si se tiene en cuenta esta misma encuesta dentro de las 25 naciones más felices del mundo, dos países latinoamericanos figuran en el listado: Costa Rica y México”.
“El ser feliz es una decisión”, esta es sin duda una frase que escuchamos siempre pero, ¿realmente nos hemos hecho conscientes de esto?
Pasamos la mayor parte del tiempo quejándonos, sin pensar que quizás la respuesta está en hacer algo que cambie por completo nuestro rumbo.
“Si te duele, conviértelo en ejercicio, en pintura, en libros, en danza, en abrazos, en llantos; pero jamás permitas que el dolor se quede adentro”.
Esta frase sin duda resulta un hallazgo maravilloso para quien necesite ser feliz, a quien le haga falta, a quien por fin se dio cuenta que se deben trabajar en uno mismo.
En este momento de nuestra vida realmente tendríamos que hacer una pausa, a pesar de todo, de lo que sea que nos obligue a seguir, y reflexionar para preguntarnos si lo que hoy hacemos nos hace feliz.
¿En qué estamos convirtiendo el dolor? ¿Por qué con el paso de los años nos vamos olvidando de nuestros más grandes sueños de infancia?
Identifiquemos a aquella persona que en algún momento se burló de nuestras metas y nos hizo abandonarlas. No permitamos que se vuelva a entrometer y retomemos esas metas.
La felicidad es algo que nace desde lo más profundo de nuestro ser, algo que nos alienta y nos mantiene a seguir adelante, a hacer las cosas por nosotros mismos, a lograr lo imposible y dejar atrás la hipercrítica.
“Venimos a este mundo a ser felices”. ¿Cuántas veces más deben repetírtelo?