Después de las elecciones del domingo pasado, tenemos que aceptar que estamos entrando a una nueva realidad, ya que el nuevo gobierno que encabezará la Sra. Claudia Sheinbaum será un gobierno que podrá actuar sin contrapesos, es decir, podrá hacer y deshacer prácticamente lo que quiera y esto puede ser tan bueno o tan malo como las decisiones que se vayan tomando en el camino.
Todos esperamos, cuando menos yo, que el gobierno entrante sea uno que favorezca el crecimiento y desarrollo del país en forma generalizada, que finalmente logre mejoras de vida para todos los habitantes de la nación y no solo para unos cuantos; pero que en este construir, todos pongan su granito de arena, deseo que le vaya bien a este gobierno porque así le irá bien a México.
Un nuevo régimen, como el que vamos a empezar a vivir, no es novedad para muchos, como yo vivimos un partido que fue hegemónico durante 70 años y, en el cual, nos desarrollamos relativamente bien, pero fue un régimen que apenas en los últimos años empezó a dar frutos importantes, porque en tanto tiempo no pudo resolver los problemas de pobreza y desigualdad que tanto nos han lastimado.
El México que deja López Obrador tiene las mismas carencias que en las administraciones anteriores, y en algunos campos de la vida nacional, la situación es peor que cuando se inició esta administración. La inseguridad se incrementó en forma desmedida, los sistemas de salud son peores que en 2019, las carencias de servicios de salud también están peor y lo mismo sucede en otros rubros como la educación, donde los niveles de esta son de dar pena; curiosamente no se destinaron recursos a estas actividades prioritarias, porque había que juntar dinero para dárselo a la gente en distintos programas sociales, muchos de ellos muy cuestionables. Se prefirió dar asignaciones directas, que ofrecer servicios de calidad en áreas que son responsabilidad del Estado, como las mencionadas: salud, educación y seguridad, entre otras; también se disminuyó la inversión en infraestructura para garantizar la energía eléctrica, el agua y otras obras esenciales, y se privilegió la inversión en macro proyectos muy vistosos, pero de bajo impacto en la economía porque no son productivos, como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas.
Ahora será muy importante retomar el rumbo y reconstruir e invertir en todas esas ramas que están en estados lamentables; para alcanzar estos objetivos se hace indispensable que se lleve a cabo una reforma fiscal integral, que nos permita contar con los recursos suficientes para invertir en estas áreas claves, México es el país miembro de la OCDE que tiene el nivel más bajo de impuestos, ya que unos pocos pagamos mucho, y la mayoría que vive en la informalidad contribuye con muy poco, eso, debe de cambiar.
Si las decisiones que tome la nueva administración son correctas, entonces el contar con mayorías sería una ventaja al evitar negociaciones larguísimas o simplemente que las cosas no sucedan, si las decisiones son malas y se tiene mayoría, entonces las crisis de todo tipo florecerán; por lo anterior, espero que el nuevo gobierno sea más pragmático y apoye lo que es bueno para el país y rechace lo que no nos sirve o ayuda. Que no se nos olvide que tenemos una posición privilegiada al ser parte del tratado comercial más importante del mundo con Estados Unidos y Canadá. El T-MEC es un activo que debemos cuidar y explotar al máximo, es el motor de nuestro sector exportador y también un generador valioso de Inversión Extranjera Directa; sin estos motores no habrá recursos para mantener los programas sociales que anhela el gobierno.
Estamos ante una nueva realidad, aceptémosla y saquémosle provecho.