Será el próximo 3 de marzo la fecha clave en la que se vence el plazo que le dio Donald Trump a México para cumplir con los compromisos que se fijaron el 4 de febrero. El tema más difícil de resolver es lo que Estados Unidos (EU) espera que logremos para disminuir, a su máxima expresión, el tráfico de drogas hacia su país; por supuesto, con énfasis en el fentanilo.
Debemos reconocer que la materia es de mayor importancia, pero también hay que tener claridad de que no es algo que se pueda resolver con tanta rapidez, sobre todo porque es un problema fuertemente arraigado; además, y hay que decirlo en forma muy clara, México no podrá resolver solo ese problema, para ello se requiere de la ayuda de EU, ya que ni ellos podrían solucionarlo por sí mismos.
México ha sido muy claro al pedirle a nuestro vecino que controle el tráfico de armas de
EU hacia nuestro país, y por su parte la respuesta --desde mi punto de vista--, ha sido tibia; por un lado nos exigen todo, y por el otro, contribuyen con muy poco.
La solución estructural de este conflicto solo se va a dar cuando tengamos la capacidad intelectual y política para actuar en comunión, contra las grandes bandas criminales. Los malos no tienen fronteras que respetar ni preocupaciones sobre si violan o no la soberanía de nuestros países, trabajan muy bien organizados para lograr sus propósitos y operan en ambos lados de las fronteras con gran impunidad.
Si se piensa que México es responsable porque la droga entra a EU, ellos también deberían de aceptar su responsabilidad en que la distribución de la misma se hace en su territorio. Igual que en México, en EU existen bandas criminales; sin embargo, debemos reconocer que allá se limitan a vender y comercializar la droga con todo lo que eso implica, pero no extienden su maldad a otros ámbitos; en el caso nuestro es una tristeza reconocer que los cárteles criminales se han diversificado, y no únicamente distribuyen y contrabandean droga en México y EU, también se dedican a otras actividades como son el secuestro, el cobro de piso, la trata de individuos --ahora especialmente de migrantes--, y de que su deporte favorito sea matarse unos a otros. Además no sé si en EU suceda, probablemente sí, pero no tan abiertamente como aquí, que las bandas criminales se están metiendo con los gobiernos estatales y municipales, penetrándolos, corrompiéndolos y convirtiéndose de facto en fuerzas que ejercen su voluntad en las entidades que han logrado contaminar. No es generalizado, pero en nuestro país tenemos casos evidentes de que esto ocurre, y desafortunadamente hasta ahora, no ha habido una respuesta institucional contra esto.
Desde mi punto de vista, la discusión con Trump en este asunto será la más difícil de los compromisos que dijimos íbamos a asumir. Por lo anterior, tenemos que apretar mucho más nuestros sistemas de seguridad, reforzar las fuerzas públicas, pero sobre todo fortalecer una nueva estrategia que fehacientemente luche contra el crimen organizado. El argumento de “abrazos, no balazos”, debería de quedar en el olvido como una pésima estrategia que le permitió a las bandas criminales crecer en forma muy importante en el territorio nacional.