Un gran número de analistas han mostrado preocupación por el fuerte incremento de déficit fiscal programado para el año que viene, la presente administración había sido bastante prudente en años anteriores en esta materia y los déficits que vimos en los pasados cinco años andaban en promedio en 2.2% del PIB, con excepción de este año que se subía a 2.9%. Sin embargo, el déficit programado para 2024 es de 5.4%, lo que a todas luces fue una sorpresa, la gran pregunta es, si este 5.4% pone en peligro la estabilidad de las finanzas públicas y la respuesta --cuando menos la mía-- es que no llega a tanto, sin embargo, si las va a presionar en forma inconveniente. La Secretaria de Hacienda alega que a pesar de que la deuda pública total ha subido 4 puntos del PIB, durante los pasados cinco años, finalmente el monto total de esta representa 48% del tamaño de la economía y este número hace ver a nuestro país como uno de los menos endeudados del planeta.
Lo anterior es cierto, por eso este déficit fiscal tan abultado no creemos que sea catastrófico, pero si va a limitar la capacidad de respuesta de la próxima administración, ya que el endeudamiento estaría llegando a su límite, es verdad que por el tamaño de la economía, nuestra deuda pública pareciera no representar un problema, sin embargo, también es cierto que México es uno de los país con menor recaudación fiscal dentro de los miembros de la OCDE, esto quiere decir que tampoco nos podemos dar el lujo de sobre endeudarnos cuando la estructura fiscal es tan débil.
El paquete económico merecería ser acompañado por una reforma fiscal, que garantizara el equilibrio de la finanzas públicas, pero en un año electoral, como lo será el 2024, una reforma fiscal simplemente no veo que tenga ninguna posibilidad. Otro argumento que usa la Secretaría de Hacienda es que este déficit fiscal nada más será por un año y que además se justifica, toda vez que los recursos adicionales que se generen son para financiar obras de infraestructura que el país requiere.
Sobre este punto el problema está en que una buena parte de los recursos adicionales, que generará ese déficit fiscal, serán para terminar las obras emblemáticas que inició esta administración; pero que desafortunadamente no son productivas, de tal forma que ese dinero que se invertirá no va a generar los beneficios de crecimiento que el gobierno está esperando y un peligro adicional es que si la economía no crece a 3.4%, que es la proyección del gobierno, entonces tampoco crecerán los ingresos públicos. La mayor parte de los analistas piensan que nuestro país crecerá a 2.5% el año entrante, el gobierno dice que el crecimiento podría ser entre 2.5 y 3.5%, y realmente se ha fijado una meta de 3.4%, lo que parece como algo muy difícil de lograr, como dije antes, si eso no sucede, tampoco se van a generar los ingresos estimados, de lo que sí tenemos que estar seguros es que los gastos si se van a llevar a cabo, con lo cual, nuevamente ejercerán una presión sobre las finanzas públicas, que ya empiezan a ser bastante limitadas.
Llama la atención que el gobierno no haya querido endeudarse un poco y gastar más en la pandemia, cuando era obvio que había millones de mexicanos y miles de empresas que requerían ayuda, pero ahora si están dispuestos a elevar el déficit a niveles máximos, cuando lo único distinto es que el 2024 será un año electoral.